Bautizado en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Tarancón, el 6 de mayo de 1808, era hijo de Juan Antonio Muñoz y Funes, I vizconde de Sabiñán y luego I conde de Retamoso, caballero de la Orden de Santiago, administrador del Real Cortijo de San Isidro en Aranjuez, y de su esposa Eusebia Sánchez y Ortega,[1] nieto paterno de Francisco Javier Muñoz y Carrillo de Torres (hijo de José Muñoz y Navarro y de su esposa Manuela Carrillo de Torres y Frías) y de su esposa Eugenia Dorotea Funes y Martínez (hija de Manuel Funes y Burgo y de su esposa Manuela Martínez) y nieto materno de Gabriel Antonio Sánchez y Ordóñez (hijo de Gabriel Sánchez y Muñoz y de su esposa Yomar Ordóñez) y de su esposa María Francisca de Ortega y Campos (hija de Lorenzo de Ortega y Toledo y de su esposa María de Campos).[3]
Los padres de Fernando Muñoz Sánchez eran estanqueros de Tarancón, posteriormente ennoblecidos por la reina. En diciembre de 1833, la reina María Cristina, poco después de dos meses de la muerte de Fernando VII, hizo un viaje a La Granja, "durante el cual se declaró a Fernando Muñoz, un guardia de corps de veinticinco años, hijo de unos estanqueros de Tarancón, y le propuso matrimonio".[4]
Fue el promotor de los múltiples negocios junto con María Cristina por casi cuatro décadas, incluyendo la trata clandestina de esclavos africanos, la producción del azúcar y la construcción del ferrocarril en la Península.
El matrimonio entre Fernando Muñoz y Cristina de Borbón operó en Madrid, París, Londres y La Habana desde 1835 hasta 1873, año del deceso del esposo. El 14 de septiembre de 1844 constituye en París la firma "Agustín Sánchez y Cía.", junto a Antonio Juan Parejo, quien representaba los intereses económicos de la Reina Regente. Aunque también se dedicaron a promover el ferrocarril en el Principado de Asturias (1854) y la actual Comunidad Valenciana, el comercio de esclavos africanos fue la principal fuente de beneficios, con los que se alzó con una gran fortuna.[5] Estas prácticas esclavistas se desarrollaron de forma clandestina por más de tres décadas, ya que la trata estaba abolida en la península desde 1837. Además, el matrimonio Muñoz-Borbón tomó participación en varios ingenios azucareros de Cuba, por entonces provincia española de ultramar, invirtiendo en el negocio de la extracción del azúcar de mano de obra esclava.[18] También hicieron negocio con el político y traficante de esclavos Julián Zulueta.
El duque de Riánsares asumió con naturalidad su papel de mecenas y pagó a Fortuny una pensión vitalicia, además de ello las colecciones de arte del duque de Riánsares y de sus hermanos el conde del Retamoso y el marqués de Remisa están definidas por Pascual Madoz y en ellas se ven representados numerosos pintores clásicos como Velázquez, Murillo, Zurbarán, Tiépolo, Lucas Jordán, Tintoretto o Goya.
Son varias las edificaciones que han llegado hasta hoy día mandadas construir por el duque de Riánsares y su esposa así como por diversos miembros de su familia que constituyen un legado muy representativo de la arquitectura civil decimonónica romántica. Fue anfitrión de Alexandre Dumas, en 1846, como narra el escritor francés en De París a Cádiz.
Exilio
Tuvo que exiliarse con su mujer, la reina madre. Murió cinco años antes que María Cristina en su casa del exilio en Le Havre. Está enterrado en el Santuario de Nuestra Señora de Riánsares, en Tarancón junto con sus sobrinos fallecidos infantes, los Muñoz Remisa.