Ana I de Rusia o Anna Ioánnovna de Rusia (ruso: А́нна Иоа́нновна) (Moscú, 7 de febrero de 1693-San Petersburgo, 28 de octubre de 1740) fue emperatriz de Rusia de 1730 a 1740.
A la muerte de Pedro II, que no dejó herederos directos, se reunió el "Consejo Privado Supremo" (Верховный тайный совет o Verjovny Tainy Soviet) y escogió a Ana como emperatriz. A cambio, ella accedió a firmar unas Condiciones que suponían un intento de establecer una monarquía constitucional. La intención de los miembros del Consejo, compuesto por los más grandes boyardos era poner en el trono a alguien fácilmente influenciable y que aceptara dócilmente firmar decretos que limitaran el poder imperial. Pasados 37 días, la emperatriz rompería las condiciones en público y disolvería el consejo, siendo sus miembros destituidos y enviados a Siberia.
Aprovechando la simpatía que generó en los regimientos y en la Guardia imperial, es bajo su apoyo que Ana se impuso como una verdadera autócrata. Una de sus primeras medidas consistió en activar una policía secreta que utilizó durante todo su reinado para intimidar y aterrorizar a quien se opusiera a su política. Desconfiando de la nobleza rusa, la alejó de las posiciones de poder que ofreció a personalidades de las regiones alemanas. Ernst Johann von Biron obtuvo una particular influencia en la corte, que normalmente encauzó en su favor.
El año 1735 atacó al Imperio otomano, pero Carlos VI firmó una paz aparte que obligó a Rusia a suspender las hostilidades y a devolver todas las conquistas a excepción de Azov. Además, durante su gobierno, se inició la expansión de Rusia hacia el Asia Central. Financió la Segunda Expedición a Kamchatka por la que Vitus Bering descubrió, entre otras tierras, Alaska.
Murió el 28 de octubre de 1740, al igual que su antecesor, sin dejar herederos directos, y nombró a su sobrino nieto Iván que solamente contaba con unos meses de vida, como su sucesor.