Los defensores, unos dos mil hombres, se rindieron el 3 de febrero. El cardenal De la Cueva informó al rey Felipe IV desde Bruselas: «han sentido mucho los olandeses la pérdida de Juliers».[1]
Siguiendo las instrucciones que había recibido de confiar el gobierno de las plazas arrebatadas a los holandeses a españoles y no a flamencos, la archiduquesa Isabel Clara Eugenia entregó la reciente conquista a Diego de Salcedo, a quien se consideraba «persona de muy buenas».[1]
Las tropas españolas siguieron avanzando para expulsar a los neerlandeses y sus aliados de sus fortalezas en la región, tomando en 1623 Hamm, Unna, Kamen, Lippstadt y el castillo de Sparrenburg.[2] Posiciones que se mantendrían hasta 1635-1637 cuando la entrada de Francia en la guerra de los Treinta Años, supuso la retirada de las tropas españolas de la mayor parte de la zona.[3]