Carpe diem es una locución latina, concebida por el poeta romano Horacio (65-8 a. C.) en su libro Odas (I, 11), cuya traducción literal es 'aprovecha el día' o 'cosecha el día', en el sentido de aprovechar el tiempo y no malgastarlo.[1]
El adagio latino podría equivaler a oraciones en español como «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» o «vive cada momento de tu vida como si fuese el último». Es un tópico literario, o tema recurrente, en la literatura universal como exhortación a no dejar pasar el tiempo que se nos ha brindado y a disfrutar los placeres de la vida dejando a un lado el futuro, que es incierto. Cobra especial importancia en el Renacimiento, en el Barroco y en el Romanticismo.
Este tema respecto a las diferentes épocas literarias ha ido variando en la forma de entenderlo. Durante el periodo de la Edad Media era entendido como: «vive el momento porque vas a morir pronto». Posteriormente durante el Renacimiento, los ideales de belleza y perfección hicieron entenderlo de la siguiente forma: «vive el momento porque vas a envejecer pronto». Finalmente en la época barroca este tema se volvió a interpretar de la misma forma que en la medieval, pero con bastante más intensidad en cuanto a la muerte.
Fuentes
Texto de las Odas1.11 del poeta latino Horacio (publicadas en el 13 a. C.):
Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris numeros. ut melius, quidquid erit, pati.
seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum. Sapias, vina liques et spatio brevi
spem longam reseces. dum loquimur, fugerit invida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.[2]
No indagues —no es lícito saberlo— cuál fin para mí, cuál para ti
los dioses han dispuesto, Leucónoe, ni tientes
los dados babilonios. Cuánto mejor será padecer cualquier cosa,
ya que Júpiter te conceda muchos inviernos, ya el último
que ahora destruye contra los escollos opuestos
el mar Tirreno. Sé sabia, filtra los vinos y acorta
al tiempo breve la esperanza larga. Mientras hablamos, se habrá fugado
el tiempo celoso. Abraza el día y dale el mínimo crédito al futuro.[3]