Conductos galactóforos
Un conducto mamario (también conocido como conducto galactóforo y, en latín, ductus lactiferi) es uno de los numerosos conductos que transportan leche desde los lóbulos mamarios al pezón. La glándula mamaria consta de dos elementos fundamentales:
FormaciónEl desarrollo de las ramificaciones (morfogénesis) de los conductos galactóforos, necesita de la formación de grandes superficies epiteliales, que logra el aumento del volumen del órgano limitado que es la mama. La morfogénesis comienza en el embrión, pero la mayoría de las bifurcaciones de ramas y el alargamiento de los conductos tienen lugar durante la pubertad. La morfogénesis del epitelio es impulsada por yemas terminales (TEB). Estas son estructuras en forma de bulbo, que contienen epitelio estratificado, que prolifera e invade el estroma que lo circunda. MicroaquitecturaEn el ratón hembra, los conductos epiteliales están rodeados por fibroblastos (FB) periductales, formando una vaina rica en colágeno y fibroblastos, que separa los conductos del estroma rico en tejido adiposo.[2] UltraestructuraLos fibroblastos (FB) son la principal fuente de la matriz extracelular (ECM en inglés) y por tanto los causantes de su remodelación. Los FB son actores centrales de múltiples vías de señalización paracrina. Por tanto, los fibroblastos son reguladores cruciales del desarrollo de los conductos.[2] El desarrollo de la glándula mamaria depende de interacciones recíprocas epitelio-mesenquimales/estromales permanentes. Estas interacciones implican señalización paracrina, remodelación de la ECM y mecanodetección y están mediadas por múltiples vías de señalización. Los fibroblastos mamarios desempeñan funciones clave en todas estas modalidades de señalización. Véase tambiénReferencias
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