En 2020 en la diócesis existían 139 parroquias, de las cuales 8 están en Ceuta.[2]
Historia de la diócesis de Cádiz
Orígenes
El origen del cristianismo, en la diócesis de Cádiz, se atribuye con muchas reservas, después de la investigaciones de José Vives, a san Hiscio o Isicio/Hesiquio, uno de los siete varones apostólicos (viri apostolici) que, según la tradición, llevaron el evangelio a la Hispania romana. Isicio habría sido el fundador de la sede episcopal de Carteya, hoy campo de ruinas romanas en el fondo de la bahía de Algeciras, en el cortijo del Rocadillo.
Acabadas las persecuciones, la sede habría sido trasladada a un lugar más conveniente del interior, a Asido o Asidonia, la actual Medina Sidonia. Los nombres de algunos obispos de esta diócesis se conocen no sólo en la época visigoda, sino también durante la dominación árabe, hasta 1145,[3] y que han permitido conocer a los obispos Rufino, Pimenio, Teoderacio y Geroncio.
De la Iglesia mozárabe de Asidonia se sabe de Miro, de Esteban y al último titular, cuyo nombre se ignora, pero por la Crónica del arzobispo de ToledoRodrigo Ximénez de Rada consta que con otros obispos de Andalucía se retiró a la imperial ciudad en 1144, con motivo de la entrada de los almohades.
Reconquista
Alfonso X el Sabio continuó la reconquista y la restauración cristiana de Andalucía llevada adelante por su padre Fernando III de Castilla, y pretendió, sobre todo, asegurar las conquistas del sur de la península ibérica y realizar los proyectos africanos paternos. Ocupó la mayor parte de la provincia de Cádiz y logró establecer un importante puerto en el Atlántico, como llave del estrecho de Gibraltar, la ciudad de Cádiz. El arzobispo Raimundo de Losana (o don Remondo) quería incorporar a su diócesis de Sevilla todos los territorios conquistados de la parte sudoccidental de España. Satisfizo sus deseos con la agregación de Huelva, a cuya conquista había contribuido con sus huestes, pero no con Cádiz y sus aledaños. Los deseos del rey castellano eran muy distintos: estaba empeñadísimo en erigir una sede episcopal en la parte más meridional de la península e isla de Cádiz, lugar escogido para la preparación del fecho del Mar o acción en África. El apoyo prestado en Roma favoreció los planes de Alfonso X, al dar el papa su asentimiento a que la sede de la antigua Asido fuera trasladada a Cádiz y establecer el río Guadalete como línea divisoria de los obispados de esta ciudad y de Sevilla.
El arzobispo sevillano, adelantándose a los designios reales, había creado en Cádiz en 1261 el arcedianato de Cádiz. El 21 de agosto de 1263 fue erigida la diócesis de Cádiz con la bulaExcelsum fecit del papa Urbano IV, que transfirió el antiguo título episcopal de Asidonia.[4] El río Guadalete se convirtió en la histórica frontera norte que separaba la nueva diócesis del territorio de la archidiócesis de Sevilla, de la que pasó a ser sufragánea.
La muerte prematura de Urbano IV impidió la realización de esta erección, que sin embargo fue confirmada por su sucesor el papa Clemente IV con dos bulas: la primera, emitida el 2 de febrero de 1266, con la que el pontífice encomendaba al obispo de Ávila Domingo Suárez proceder con la ejecución de la bula de su antecesor y la erección de la diócesis de Cádiz;[5] y la segunda, emitida el 25 de mayo de 1267, con la que Clemente IV instruía a algunos obispos españoles a proceder a la consagración del obispo electo, el franciscano Juan Martínez.[6] La primera catedral de la diócesis fue la iglesia de la Santa Cruz.
En 1344 Alfonso XI conquistó a los árabes la ciudad de Algeciras, que devino en la sede de la diócesis de Algeciras, erigida el 30 de abril de 1344 mediante la bula Gaudemus et exultamus del papa Clemente VI, e unida in persona episcopi a la de Cádiz.[7] La mezquita de Algeciras fue transformada en catedral, con el nombre de Santa María de la Palma. Fue destruida por los árabes, junto con toda la ciudad en 1379. Los obispos de Cádiz llevaron el doble título hasta 1851, cuando la diócesis de Algeciras fue abolida por el concordato.
Durante la segunda mitad del XV y buena parte del XVI, la diócesis languideció por la ausencia de sus pastores, que estaban dedicados a otros menesteres de más importancia en la Corte, en Sevilla o en Roma, engrosando con sus rentas los ingresos de algunos cardenales acumuladores de sedes episcopales, antes del Concilio de Trento.
La era de esplendor
A mediados del XVI se recuperó la diócesis de Cádiz con la presencia de los obispos García de Haro y Antonio Zapata, el cual aplicará los decretos de Trento creando el Seminario Conciliar de San Bartolomé el 2 de noviembre de 1589.[8] Aunque la ciudad estuvo amenazada con la invasión de los ingleses reiteradas veces, sobre todo en el desastre de 1596. Cádiz va despertando y creció hasta convertirse poco a poco en la sede del monopolio del comercio indiano en 1717 desplazando a Sevilla.
La memoria del obispo Armengual quedó en la visita general de la diócesis en 1717-1718, en el apoyo para iniciar la construcción de la Catedral nueva en 1722 y en la fundación de la parroquia auxiliar de San Lorenzo de Cádiz desde los cimientos hasta la torre inaugurándola y consagrándola en 1729.
Cádiz y su obispado experimentaron un siglo XIX de crisis económicas y de revoluciones. La Guerra de la Independencia contra los invasores franceses coincidió con la caída del Antiguo Régimen y la promulgación de la Constitución Política de la Monarquía española, la "Pepa", en Cádiz el 19 de marzo de 1812. En las circunstancias menos propicias se reanudaron en 1832 las obras de la Catedral Nueva, que se abrió al culto en 1838.
En 1873 el Cantón Federal de Fermín Salvochea cerró y derribó varias iglesias. La Restauración de la dinastía borbónica en la persona de Alfonso XII abrió un periodo de tranquilidad. En 1882 se celebró el Sínodo del obispo Jaime Catalá y Albosa, que renovaba y actualizaba el Antiguo Sínodo de Antonio Zapata y Cisneros, que estuvo vigente desde 1591. El prelado Vicente Calvo y Valero remodeló y modernizó el edificio del Seminario de San Bartolomé en 1885-1890 y adaptó la formación y estudios de los futuros sacerdotes a los nuevos tiempos. en su pontificado se restauraron los dominicos y Franciscanos Observantes en Cádiz en 1890 y 1892 respectivamente y se fundaron varias congregaciones de religiosos y religiosas.
La Santa Sede nombró al obispo coadjutorAntonio Añoveros Ataún en 1954 Añoveros pastoreó la diócesis como titular entre el 1964 y 1971, pero en su etapa anterior sería ya el promotor del "aggiornamento" de la Iglesia Gaditana como partícipe activo del Concilio Vaticano II (1961-1965). Sus preocupaciones fueron el seminario, la conciencia social, la alfabetización y la vivienda, como se refleja en sus cartas pastorales. Su traslado a la sede de Bilbao le supuso grandes preocupaciones y una pastoral sobre el pueblo vasco le costó un enfrentamiento que le trajo más sufrimientos hasta su jubilación.
La transición política
El fin del franquismo y la llegada de la democracia le tocó a Antonio Dorado Soto, que gobernaría la diócesis 20 años desde el 1973 al 1993, cuando fue trasladado a la diócesis de Málaga, siendo auxiliado en esta tarea por Ignacio Egurza El Busto (1926-1992), desde 1974 vicario general de la diócesis. Los desvelos de Dorado se centraron sobre todo en las tareas pastorales, como manifiestan el Plan Diocesano de Renovación Cristiana iniciado en 1977 y que culminaría en la celebración de la I (1980) y II (1986) Asamblea Diocesana, la promulgación de las Normas de Pastoral Sacramental (1983), la creación del Movimiento de Profesores Cristianos y las Semanas de la Familia. Son de destacar sus numerosas cartas pastorales sobre temas tanto generales como particulares del obispado de Cádiz y Ceuta, de especial problemática, como el paro, la falta de vivienda, la marginación y la emigración.
En 1980 cedió una pequeña porción de su territorio para la erección de la diócesis de Asidonia-Jerez mediante la bula Archiepiscopus Hispalensis del papa Juan Pablo II.[9]
Actualidad
A Dorado le sucedió Antonio Ceballos Atienza, quien desde el 10 de diciembre de 1993 fue el prelado de la diócesis de Cádiz y Ceuta. Sus numerosas pastorales y homilías son el resultado de su profunda preocupación por resolver los problemas que se le plantean como pastor. El contacto frecuente con las parroquias y grupos le permitió conocer la complejidad y la fragmentación en comarcas extensas del obispado y para su mejor atención creó tres vicarios episcopales de los territorios correspondientes a las zonas de la Bahía de Cádiz, la zona Centro y la del Campo de Gibraltar. Para una formación más adecuada de los futuros sacerdotes gaditanos reabre el Seminario de San Bartolomé trasladando los estudios de Filosofía y Teología de Sevilla a Cádiz, donde continúa proporcionando anualmente promociones de presbíteros que han ido incorporándose al clero diocesano. Sin embargo, el envejecimiento de la edad media de los sacerdotes constituye una grave preocupación y un motivo para no dejar de insistir por todos los medios en el fomento de vocaciones. La actual inmigración de las pateras del Estrecho es el motivo mayor de sufrimiento.
Secundando las orientaciones del papa Juan Pablo II para el siglo XXI, Ceballos promovió el Sínodo Pastoral de la Diócesis de Cádiz y Ceuta en el año jubilar 2000 desde la carta de convocatoria el 14 de septiembre de 1997, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, hasta el decreto de promulgación de las seis constituciones del Sínodo Diocesano el 12 de octubre de 2000, pasando por los trabajos de preparación, las sesiones y la clausura del Sínodo en la Catedral Nueva de Cádiz el 11 de junio, domingo de Pentecostés. Para potenciar esta etapa renovadora procedió al nombramiento del vicario episcopal de Pastoral, supresión de los vicarios de zona y a dar mayor protagonismo a los arciprestes.
El 30 de agosto de 2011 el papa aceptó la renuncia del actual obispo por jubilación y designó a Rafael Zornoza Boy, obispo titular de la diócesis de Mantesa y obispo auxiliar de la diócesis de Getafe, como nuevo obispo de Cádiz y Ceuta.
Historia de la diócesis de Ceuta
Orígenes
La ciudad de Ceuta entra en la geografía antes que en la historia. Su privilegiada situación como puerta entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, como puente entre Europa y África hacen que aparezcan en derroteros y cartularios, como topónimo, antes de que existiera como urbe. Hallazgos de arqueología submarina hacen remontar el uso de sus fondeaderos varios siglos atrás de la Era, pero es hacia el 11 a. C. cuando se detecta actividad en su factoría de salazones.
En el siglo IV se ha documentado una comunidad cristiana, siendo prueba de ello la basílica Tardorromana. La comunidad cristiana de Ceuta envió a un sacerdote al Concilio de Cartago del 484, convocado por Humerico.[10] De entonces a la invasión islámica su población pasó de manos de vándalos a godos y bizantinos, siempre bajo la cruz, que caerá en el 709, dejando en su rendición una pequeña comunidad mozárabe.
Los siete siglos de dominación islámica fueron variables en cuanto a la tolerancia de otras religiones. En el siglo XIII, con los almohades, hubo un arrabal cristiano con iglesia y sacerdote, incluso antes del martirio de san Daniel y sus compañeros en 1227. También en esta centuria hubo un obispo al menos.
Conquista por los portugueses
Tras la conquista de Ceuta por los portugueses en 1415, la primera preocupación del rey Juan I de Portugal fue erigir allí una diócesis. De inmediato, con bula de Cruzada, se bendijo la mezquita como iglesia parroquial. Con la bula Romanus Pontifex del 4 de abril de 1417, el papa Martín V encargó a los arzobispos de Braga y de Lisboa que examinaran la situación y los autorizó a proceder a la erección de la diócesis si fuera necesario, lo que hicieron. Cuatro años después Martín V confirmó el nombramiento del primer obispo, Aymar de Aurillac, ya obispo de Marruecos.[11] El 4 de septiembre de 1420 se consagró la catedral diocesana, creada a partir de la anterior mezquita. Esta iglesia, que según testimonios del siglo XV era rica en 180 columnas de mármol de diferentes colores,[12] cayó en ruinas y fue sustituida por una nueva catedral, construida entre 1685 y 1731.
Originalmente la nueva diócesis era sufragánea de Lisboa, a excepción del período 1540-1570 en que estuvo sujeta a Évora. Su jurisdicción territorial varió varias veces a lo largo del tiempo. Al principio parece haber tenido jurisdicción sobre todo el Reino de Fez, pero probablemente se trataba sólo de una jurisdicción teórica. A partir de 1444 algunos territorios de la península ibérica fueron agregados a la diócesis de Ceuta; a partir de 1513 los obispos fijaron su residencia en Olivenza, en el sureste de Portugal, hasta que, en 1570, la región de Olivenza fue anexada a la nueva diócesis de Elvas. A partir de ese momento, la diócesis de Ceuta quedó reducida a su único territorio africano.
Por este motivo, el 9 de junio de 1570 el papa Pío V decidió unir la diócesis de Ceuta con la de Tánger. Debido a conflictos entre la Santa Sede por el patronato de la Corona portuguesa (Padroado), la diócesis de Tánger-Ceuta permaneció vacante durante algunas décadas a mediados del siglo XVII.
Bajo la corona de España
Al hacerse Felipe II del trono luso se mantuvo la estructura del obispado pero, cuando en 1640 Portugal se sublevó, Ceuta mantuvo su fidelidad a Felipe IV. La muerte del prelado Gonzalo de Silva en 1645 sin estar resuelto el conflicto dio lugar a una larga sede vacante.
Con el tratado del 16 de febrero de 1668 el territorio de Ceuta quedó definitivamente incorporado al reino español, poniendo así fin a la dominación portuguesa. Esto determinó el fin de la unión con Tánger, decidida el 16 de diciembre de 1675, cuando Roma restableció la diócesis de Ceuta, a la que se unieron los territorios de la diócesis de Tánger, que había sido suprimida. Al mismo tiempo, la sede de Ceuta pasó a formar parte de la provincia eclesiástica de la archidiócesis de Sevilla, nombrándose a Antonio Medina Cachón como obispo.
Inicialmente los obispos de Cádiz se negaron a hacerse cargo también de la diócesis africana, que por tanto quedó confiada a los vicarios capitulares desde 1856. En 1876 un primer acuerdo permitió el nombramiento de administradores apostólicos residentes con carácter episcopal y con título de in partibus infidelium.[14] En 1879 el obispo de Cádiz Jaime Catalá aceptó el cargo de administrador apostólico de Ceuta.[nota 1]
El 14 de abril de 1908 la prefectura apostólica de Marruecos, erigida en 1630 sobre los restos de la antigua sede de Tánger, fue elevada a vicariato apostólico y cesó efectivamente la jurisdicción de los obispos de Ceuta sobre su territorio.
↑Según los estudios de F. Pérez y de M. J. Vilar, citados en las fuentes bibliográficas, aún hoy los obispos de Cádiz serían sólo administradores apostólicos de Ceuta.
↑José María Blázquez Martínez (2005) [2001]. «Últimas aportaciones a Mauritania Tingitana en el Bajo Imperio». Punica, Libyca, Ptolemaica. Festchrift für Werner Huss, zum 65. Geburtstag dargebracht von Schülern, Freunden und Kollegen, Leuven, Peeters (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes): 393-403.
↑(en latín) Bula Romanus Pontifex, en Bullarium patronatus Portugalliae regum, Tomo I, p. 8.
↑Fueron dos los obispos in partibus: Ildefonso Infante y Macías, obispo titular de Claudiópolis de Isauria, y José Proceso Pozuelo y Herrero, obispo titular de Antipatride.
(en portugués) Levy Maria Jordão, Historia ecclesiastica ultramarina, vol. I: Africa septentrional. Bispados de Ceuta, Tanger, Safim e Marrocos, Lisboa, 1872