Al producirse la Revolución de Mayo el 25 de mayo de 1810, la mayor parte de los oficiales de la Armada Española dependientes del Real Apostadero Naval San Felipe de Montevideo se encontraban en Buenos Aires, entre ellos Juan Ángel de Michelena, José Laguna y Jacinto de Romarate, quienes se excusaron de jurar ante la Primera Junta porteña y solicitaron permiso para pasar al Apostadero de Montevideo en procura de órdenes al respecto. La Junta lo permitió y así la flotilla realista pudo recuperar sus mandos.
Es así que en dicha fecha, en el citado Apostadero se encontraban fondeados la mayoría de los buques de guerra realistas, tales como la fragata Flora, las corbetas Proserpina y Mercurio, los bergantines Belén, Cisne y Gálvez, las sumacas Aránzazu y Carlota, los faluchos Fama, San Martín, San Luis y el lugre San Carlos; mientras que en la orilla contraria, en la zona de Los Pozos en el puerto de Buenos Aires, estaban las lanchas cañoneras Peruana, Murciana, Navarra, y Vizcaíno,[1] siendo este último buque, el único que a instancias de su comandante, el Tercer Piloto de la Armada Española Antonio del Pino, el 26 de mayo se puso a órdenes de la Junta de Buenos Aires,[2] convirtiéndose así en el primer oficial naval que acepta órdenes de la misma y, su buque —Vizcaíno, luego América— el primero que puede considerarse al servicio de la causa patriota. Este acto le valió a Del Pino su baja de la Armada Española en castigo de la traición a España.[3]
Posteriormente, a instancias del comandante general de Marina José María Salazar, Montevideo rechazó la autoridad Junta y en agosto dispuso el Primer bloqueo de Buenos Aires, que fue efectivo a partir de septiembre al contar con el apoyo de las fuerzas británicas al mando de Roberto Elliot. En octubre el jefe de la estación naval del BrasilMiguel de Courcy relevó a Elliot y designó a Roberto Ramsay, favorable a los independentistas, con lo cual el bloqueo en los hechos dejó de ser operativo. Aun así, la escuadra de Montevideo controló los ríos aunque no fue capaz de ahogar el tráfico de cabotaje de sus adversarios ni impedir el comercio de ultramar.
En junio de 1811 Francisco Javier Elío ordenó al comandante del Apostadero José María Salazar bombardear Buenos Aires. La misión fue encargada a Juan Ángel Michelena, quien el 15 de julio se presentó frente a la capital rebelde al mando de una escuadrilla compuesta de dos bergantines, dos balandras bombarderas, una sumaca, dos faluchos y una lancha. Buenos Aires sólo disponía de una lancha cañonera al mando de Hipólito Bouchard. Sin intimación previa, en la noche Michelena bombardeó la ciudad durante varias horas, sin causar más que daños menores. En la mañana del 16 Michelena envió una intimación que fue rechazada por la Junta, que ordenó evacuar a los vecinos más expuestos, pero el 17 los realistas se retiraron.
El 15 de agosto de 1811, aun cuando se encontraban en curso negociaciones de paz, Elío ordenó a Michelena un nuevo ataque. El 19 de agosto la escuadrilla española, esta vez previa intimación, inició el segundo bombardeo de Buenos Aires pero la ineficacia de las cinco horas de fuego concentrado sobre los cuatro pequeños lanchones revolucionarios que salieron a defender el canal de acceso al puerto interior y la ciudad sólo consiguieron la burla del vecindario.
A fines de 1813 y comienzos de 1814 la situación de la revolución americana era crítica. Chile se encaminaba al desastre, el ejército del norte había sido derrotado y las tropas españolas planeaban ya un ataque conjunto con las fuerzas de Montevideo, que superaban a las sitiadoras en número y armamento y controlaban sin oposición los ríos. Por añadidura, Fernando VII regresaba al trono y se preparaba una gran expedición cuyo destino manifiesto era el Río de la Plata. Las Provincias Unidas dispusieron crear una pequeña escuadra que al impulso de Juan Larrea y Guillermo Pío White estuvo operativa con rapidez. Al mando de Guillermo Brown enfrentó a la escuadra al mando de Romarate en el combate de Martín García. Tras retirarse con daños del combate naval, atacó y ocupó la isla Martín García. Victorioso, forzó a Romarate a retirarse al río Uruguay donde pese a su victoria en el combate de Arroyo de la China quedó aislado hasta su rendición, y dirigió sus buques a Montevideo. En mayo Brown derrotó a la escuadra realista en el combate naval del Buceo cerrando así el bloqueo de la ciudad, que caería poco después.
Guerra del Brasil
Iniciada la Guerra del Brasil Argentina se encontraba sin una escuadra que oponer a la fuerte marina de guerra del Imperio del Brasil que bloqueaba Buenos Aires. Una escuadrilla improvisada de buques de escaso porte comandada por Guillermo Brown, aprovechando los bancos que dominaban el río frente a la ciudad consiguió mantener las líneas de comunicación y abastecimiento con el ejército en operaciones y enfrentó a los brasileños con relativo éxito en los combates de Punta Colares, Banco de Ortiz, Los Pozos y Quilmes.
Brown intentó burlar el bloqueo y contraatacar pero fracasó en su ataque a Colonia del Sacramento y en sus audaces asaltos a la fragata Nictheroy y a la Emperatriz. En 1827 Brasil intentó flanquear a los republicanos destacando fuerzas navales al Río Uruguay y a Carmen de Patagones, pero Brown destruyó completamente la escuadra imperial en la Batalla de Juncal y la división enviada al sur fue batida en la Batalla de Carmen de Patagones. Frente a Buenos Aires, tras el éxito en el combate de la Punta de Quilmes Brown fue derrotado en la Batalla de Monte Santiago, por lo que las fuerzas regulares de la Armada Argentina se vieron nuevamente reducidas a impedir a la escuadra bloqueadora atacar Buenos Aires y al transporte de suministros a las fuerzas en operaciones, mientras que el principal esfuerzo bélico se destinó a las actividades corsarias que se extendieron con gran éxito a las costas brasileñas y al Caribe.
Bloqueo anglo-francés
En 1829 Francia había protagonizado la primera intervención directa europea en los asuntos del país con un ataque a la escuadra argentina. Entre 1838 y 1840 se produjo el bloqueo francés al Río de la Plata encabezado por el contraalmirante Luis Francisco Leblanc. En marzo de 1838 una división naval francesa-oriental al mando de Hipólito Daguenetatacó la isla Martín García y consiguió reducir su pequeña guarnición. Guillermo Brown fue enviado a Montevideo para intentar crear una escuadra, pero fue bloqueado por los franceses y la caída de Manuel Oribe dio fin al intento. Incapaces de decidir el conflicto, enfrentando costos crecientes y cambios en la política doméstica e internacional, Francia envió al almirante y ministro de marina Ange René Armand de Mackau, barón de Mackau, al frente de una nueva escuadra pero con instrucciones de alcanzar la paz, que se concretaría con el tratado Mackau-Arana en octubre de 1840.[4]
Guerra Grande
La retirada francesa no puso fin a la llamada Guerra Grande, conflicto civil que involucraba a Uruguay y Argentina. Mientras el gobierno de Fructuoso Rivera creaba escuadrillas al mando de Francisco Fourmantin, Santiago Sciurano y John Halstead Coe, Rosas puso al frente de su escuadra a Guillermo Brown. Pese a la paridad de fuerzas, en la Campaña naval de 1841 Brown obtuvo gradualmente el control del estuario y Coe quedó reducido al puerto de Montevideo, lo que decidió a Rivera a renunciar a disputar el río.[5]
Iniciado el sitio de Montevideo, el bloqueo naval tuvo escasos resultados ya que las flotas británicas y francesas aseguraron el libre tránsito de sus buques. El arribo del comandante de la estación naval británica de Río de JaneiroJohn Brett Purvis agravó el conflicto. Purvis desconoció por completo el bloqueo, obligó a Brown a entregar el armamento capturado en arsenal en la Isla de Ratas y auxilió a Rivera en el desplazamiento de sus tropas. El auxilio francés y británico a los sitiados fue en aumento hasta que en agosto de 1845 la escuadra argentina fue capturada y al mes siguiente se estableció el bloqueo de todos los puertos de la Confederación Argentina.
Decidida a lograr la apertura de la navegación de los ríos interiores la escuadra anglo-francesa avanzó sobre el Paraná. Si bien consiguió forzar las baterías argentinas en la batalla de la Vuelta de Obligado y en otros puntos del bajo Paraná, la expedición fracasó en sus fines comerciales y políticos. Sin lograr la adhesión de los pueblos del interior y enfrentando grandes pérdidas, la escuadra regresó al Plata e impulsó a sus gobiernos a buscar la paz.
La escuadra de Sarmiento
Ante la hegemonía brasileña puesta de manifiesto en la Guerra del Paraguay, la Ley N.º 498 de adquisición de armamento naval del 27 de mayo de 1872, autorizó la compra de
tres buques de guerra encorazados del sistema más adelantado y más adecuado al servicio en aguas de la República.
A tal efecto, el presidente Domingo Faustino Sarmiento dispuso el traslado inmediato de su amigo Manuel Rafael García Aguirre —hasta entonces jefe de la legación argentina en Washington— en comisión a Londres a fin de efectuar la compra de los mentados buques y supervisar su construcción.[6]
Los buques adquiridos, que constituyeron la célebre Escuadra de Sarmiento fueron los siguientes.
Algunas naves menores: vapor Sirena, remolcador Puerto de Buenos Aires, transporte Santa Fe, ballenera Guarda Costa, lancha Talita y pontón Vanguardia.
A finales de 1878 se envió la llamada Expedición Py a la Patagonia argentina. La pequeña división naval encabezada por Luis Py y compuesta por buques fluviales tenía por objeto sostener los derechos que reclamaba la Argentina en el extremo sur continental en momentos en que una guerra entre ese país y Chile era una posibilidad cierta. Considerada la primera operación de una división naval de mar argentina, motivó que el 1 de diciembre, día en que izó la enseña en las márgenes del río Santa Cruz fuera instituido como Día de la Flota de Mar Argentina.[8]
Modernización de fines del siglo XIX
Entre 1880 y 1900 la Escuadra Nacional impulsada por el presidente Sarmiento había perdido su poder naval debido a los cambios tecnológicos de la época, lo cual fue claramente puesto de manifiesto en la expedición de 1878, por lo que se encargó la fabricación de nuevas unidades en diversos astilleros del extranjero. En la década de 1880, se recibió del Reino Unido la torpedera Maipú que marcó el inicio de la adquisición de material más moderno, quedando para fines de siglo la escuadra conformada de la siguiente manera:[9]
Transportes: Guardia Nacional, República y Ushuaia.
Avisos: Golondrina, Bahía Blanca, Gaviota y Pampero.
Minadores: Fulton.
Los inicios del siglo XX
La aviación naval
Desde los inicios de la aviación, la Armada Argentina mostró interés en el uso de los aviones, primero desde bases en tierra y luego embarcando en los buques. Junto a personal civil y camaradas del Ejército Argentino, comenzaron el uso de medios aéreos, como una vía de aventura. El 22 de octubre de 1912, el teniente de navío Melchor Escola obtuvo su brevet internacional de piloto de guerra aviador, el N° 15 del país, siendo el primer militar en obtenerlo, al rendir un examen en la recién creada Escuela Aérea Argentina, entidad privada y civil y única institución en ese entonces, autorizada internacionalmente para acordarlo. Dicho brevet lo revalidó en la Escuela de Aviación Militar, creada por decreto del 10 de agosto de 1912.
El 11 de febrero de 1916 se crea por decreto el Parque y Escuela de Aeroestación y Aviación de la Armada en Fuerte Barragán, cerca de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, decreto que su artículo N° 6 preveía que los pilotos aviadores deberían, obligatoria y previamente, obtener el título de piloto de la Federación Aeronáutica Internacional, para después obtener el de piloto de la Armada.
Enviados a la Escuela de Aviación de Pensacola (Estados Unidos), los Tenientes de Fragata Ricardo Fitz Simon y Ceferino Pouchan y el Alférez de Fragata Marcos A. Zar, en septiembre de 1917, obtuvieron los brevets internacionales N.º 94, 95 y 96 respectivamente y finalizada su instrucción en esa Escuela, partieron al frente europeo, integrando las Fuerzas Expedicionarias para realizar, en unidades aéreas operativas, tareas de patrullaje, convoyajes y acción antisubmarina, durante la Primera Guerra Mundial.
Terminada la guerra, regresaron a la Argentina, ahora experimentados pilotos, cuando al mismo tiempo visitaban dos Misiones Aéreas, la italiana y la francesa, ambas con numerosos pilotos héroes de guerra y material propio o tomado al enemigo, exhibido, el primero en vuelo con propósitos de propaganda y ventas. El grupo italiano, que operó en San Fernando, donó a la Aviación Naval dos hidroaviones Macchi M.9 y dos M.7, además del hangar y las instalaciones de esa pequeña base, de dónde operaron. Dichas aeronaves fueron las primeras de su tipo en la Armada.
A fines de 1919 el grupo de San Fernando más las instalaciones de Fuerte Barragán, fueron traslados a Puerto Belgrano y comenzaron a operar con la Escuadra de Mar, haciendo de spotter aéreo en el tiro de combate de los acorazados y cruceros y tomando fotografías desde el aire.
Previamente a ello, 17 de octubre de 1919, se creaba por decreto en la Secretaría General del Ministerio de Marina, la Dirección de Aviación Naval, con la misión de realizar "la preparación de los proyectos para la formación del Cuerpo de Aviación Naval, la utilización del personal y del material con que actualmente cuenta y los que eventualmente adquieran". Los considerando de este acto de gobierno constituyen la doctrina en que se fundamentan la creación: "Las funciones tácticas y estratégicas que ha desempeñado la Aviación en las recientes operaciones, modificando fundamentalmente los principios de la guerra marítima y su eficacia consagrada como arma importante en el combate, ponen de manifiesto la necesidad impostergable de su creación en la Armada".
La incorporación de medios fue variando de acuerdo a las necesidades políticas y presupuestarias. Globos de observación, hidroaviones de patrulla, aviones de caza y ataque, helicópteros evolucionaron de acuerdo a la innovaciones tecnológicas.
La era del submarino
El 29 de septiembre de 1926, en el Artículo N.º 2 de la Ley N.º 11 378 de Adquisiciones Navales, se autorizó a la compra de dos grupos de tres submarinos cada uno y a iniciar la construcción de los talleres, varaderos y cuarteles necesarios para su reparación y mantenimiento en el puerto de Mar del Plata. Por ello, en octubre del año siguiente, el presidente de la República autorizó por decreto al Ministerio de Marina a construir en Italia tres submarinos de 800 o 900 toneladas cada uno.
La empresa que tuvo la responsabilidad de convertir en realidad tan ansiado proyecto fue la Compañía de Trabajos Públicos de París y el 12 de febrero de 1928 a las 16:00 horas con la presencia del entonces presidente de la RepúblicaMarcelo Torcuato de Alvear y del propio Ministro de Marina Manuel Domecq García se inauguró el muro de atraque de la Dársena de Submarinos.
Los submarinos se construyeron en los Astilleros Tosi, de Tarento, Italia, donde fueron recibidos por la Armada Argentina, el 25 de enero de 1933 y bautizados como ARA Santiago del Estero, ARA Santa Fe y ARA Salta. Llegaron a las proximidades del Río de la Plata el 5 de abril de 1933, luego de una larga navegación, con una única escala en Las Palmas de Gran Canaria, demostrando con ello, la bondades de las unidades y su dotación. Desde allí fueron escoltados hasta el Puerto de Buenos Aires, por la Fragata Sarmiento y la Escuadrilla de Exploradores.
Los tres buques de esta clase, fueron adquiridos en Italia y recibieron los siguientes nombres: ARA Santa Fe (S-1), ARA Salta (S-2, luego S-3) y ARA Santiago del Estero (S-3, luego S-2); llegaron a Argentina en el año 1933 prestando servicios hasta el año 1960. Eran de la clase Cavallani y localmente se los llamó "Tarantinos", estaban armados con 8 tubos lanzatorpedos de 530 mm (4 a proa y 4 a popa), 1 cañón de 100 mm (luego montaje doble AA Bofors de 40 mm) y eran tripulados por 40 hombres. El Santiago del Estero alcanzó un récord de 114 metros en inmersión.[10][11][12]
La Armada Argentina tiene una larga historia y ha logrado un prestigio internacional en el planeamiento, alistamiento y ejecución de operaciones submarinas. Hasta 1984 formaba parte del Comando de la Flota de Mar, llamándose Fuerza de Submarinos. Por Disposición N.º 612/84 «C» del Estado Mayor General Naval, la Fuerza pasó a depender orgánicamente del jefe del mismo y operativamente del Comando de Operaciones Navales, pasando a ser el Comando de la Fuerza de Submarinos a cargo de un capitán de navío.
La Armada Argentina contó a lo largo de su historia con 11 de estos navíos. Estos se pueden clasificar en dos grupos, los primeros siete son sumergibles mientras que los cuatro últimos son submarinos.[13]
Desde 1945 hasta 1970
Argentina implementó una política de renovación de material naval y por ello en la segunda mitad de dicho siglo la Armada recibió en varias oportunidades diversos buques,[14] como cruceros, destructores, buques de desembarco y submarinos de la Armada de los Estados Unidos. También incorporó buques de origen británico.
El bautismo de fuego de la Aviación Naval se produjo en el Bombardeo de la Plaza de Mayo, que tuvo lugar el 16 de junio de 1955, durante la primera fase del golpe de Estado, autodenominado Revolución Libertadora con el fin derrocar al presidente democrático Juan Domingo Perón.[16] Aquel día, 34 aviones de la Armada despegaron de la Base Aeronaval Punta Indio y la Base Aeronaval Comandante Espora, bombardearon la Casa de Gobierno y otros puntos de la ciudad, y ametrallaron a los civiles que se encontraban en la Plaza de Mayo, dejando un saldo 364 muertos (entre ellos un contingente completo de niños escolares salteños en un trolebús) y varios centenares de heridos. En la oportunidad, además de los bombardeos, un avión naval al comando del guardiamarina Román fue derribado por aparatos Gloster Meteor de la Fuerza Aérea Argentina sobre el Río de la Plata, siendo este el primer registro del derribo de un avión a reacción a otro avión en el continente americano. Ese mismo día, otra aeronave, piloteada por el guardiamarina Eduardo Bisso, se precipitó sobre la localidad de Tristán Suárez, derribado por la artillería antiaérea del regimiento de La Tablada, salvándose el piloto al arrojarse en paracaídas.
Durante la segunda fase de los enfrentamientos, entre el 16 y el 21 de septiembre del mismo año, la Aviación Naval desde Comandante Espora atacó a las fuerzas de Ejército leales a Perón que avanzaban sobre ese foco rebelde, siendo de destacar los combates en las inmediaciones de Sierra de la Ventana. Uno de esos aviones fue derribado por las ametralladoras antiaéreas de los tanques leales y sus pilotos, entre ellos el capitán de corbeta Eduardo Estivariz y sus dos acompañantes, fallecieron al estrellarse su Grumman J2F Duck contra un galpón rural en la localidad de Saavedra.
La Aviación Naval volvería a entrar en acción en 1962 y 1963 durante los enfrentamientos armados entre Azules y Colorados.
Comienzo de la era de los portaaviones (1958)
A partir de 1958, con la incorporación del portaavionesARA Independencia (V-1) el Comando de la Aviación Naval, dispuso de una nueva herramienta de la que podía extender el poder naval de manera integrada.[17][18] Con el reemplazo del Independencia por el ARA Veinticinco de Mayo (V-2) (POMA) se llegó a la madurez operativa, en la que aviones a reacción podían operar todo tiempo, guiado desde aviones patrulleros u otros buques.
Sobre finales de la década de 1960 y principios de 1970 comenzó un nuevo período de renovación, en donde se diversificaron sus fuentes de armamentos.
En 1960, Estados Unidos traspasa en condiciones de préstamo y arriendo 2 sumergibles de la Clase Balao, conocido como tipo Flota que fueron bautizados ARA Santa Fe (S-11) ex USS Macabi y ARA Santiago del Estero (S-12) ex USS Lamprey. El armamento se componía de 10 tubos lanzatorpedos de 530 mm (6 a proa y 4 a popa), cargaban 24 torpedos Mk-14 (antisuperficie) y Mk-27 (antisubmarino) llevando 10 en los tubos y 14 en cunas, 1 cañón de 127 mm y 25 calibres y un cañón AA Bofors de 40 mm que fueron retirados a poco de su arribo. El S-11 realizó 2420 inmersiones y navegó 210 815 km con el pabellón nacional, permaneciendo 3447 horas bajo la superficie. El S-12 cumplió 2382 inmersiones y 2997 horas bajo superficie.
El rápido desfasaje de ambas naves y la pronta entrada en servicio de los nuevos submarinos de la Clase 209, obligaron a la Armada, en 1970 a adquirir dos sumergibles excedentes de la US Navy. Esta vez fueron también clase Balao modernizados a principios de 1950 a nivel GUPPY II y GUPPY IA (Greater Underwater Propuslion Program). Recibieron como nombres ARA Santa Fe (S-21) ex USS Catfish, y ARA Santiago del Estero (S-22) ex USS Chivo. Ambos tenían 10 tubos lanzatorpedos (6 a proa y 4 a popa), con 24 torpedos y contaban con un tripulación de 74/78 hombres.
El ARA Santa Fe (S-21) tuvo una destaca operación en la Guerra de Malvinas a pesar de tener programado su retiro para agosto de ese año (1982). Participó en el desembarco de buzos tácticos durante la Operación Rosario, la noche del 1 al 2 de abril de 1982. Luego recibe la orden de transportar refuerzos, armamento y abastecimiento a las Islas Georgias del Sur donde es atacado por un helicópteroinglés, recibiendo un impacto de un misil AS-12 lanzado por un helicóptero Wasp del HMS Endurance. El buque regresa a Grytviken donde amarra y se ordena la evacuación del mismo quedando escorado a babor con la proa sumergida. Finalmente, terminada la contienda, fue hundido en aguas profundas, durante el verano 84-85. El S-22 fue radiado del servicio en 1981.
Formada por dos unidades, el ARA Salta (S-31) y el ARA San Luis (S-32), se incorporaron en el año 1974. Estos tienen como armamento 8 tubos lanzatorpedos de 530 mm en proa y transporta torpedosSST-4 filoguiados, Mk 37, Mk 48 y minas. Están tripulados por 36 hombres. En el año 1975 el S-32 cumplió por primera vez en la Armada una inmersión de 50 días completos donde desarrollo una patrulla, en la que llegó a Puerto Argentino/Stanley (Islas Malvinas). En la Guerra de Malvinas el ARA San Luis (S-32), también tuvo como el S-21 una destacada acción, donde llegó a disparar 2 torpedos SST-4 y un Mk-37. Navegó durante 39 días en patrulla y 864 horas permaneció sumergido (equivalente a 36 días) en medio de un ambiente hostil, enfrentándose a medios antisubmarinos británicos, los que no pudieron detectarlo efectivamente. El S-31 no se encontraba en operaciones ya que tenía ruidos en su navegación, lo que hacía imposible su utilización en combate. El Salta luego de pasar por una modernización de motores, baterías y sistemas en la década de 1990 se encuentra en operaciones y a la fecha se encuentra amarrado en su apostadero en la Base Naval de Mar del Plata. El S-32 pasó a condición de reserva en 1985 y el 23 de abril de 1997 se lo declaró en desuso por la Armada.[26] Se encuentra resguardado en las instalaciones del Astillero Domecq García.
Ese mismo año los obsoletos submarinosARA Santa Fe y ARA Santiago del Estero fueron objeto de envío a Estados Unidos para someterse al desguace. Sus partes retornaron a la Argentina con fines de índole educacional. El reemplazo de estos submarinos fueron dos clase Balao, uno con modernización GUPPY II y otro con GUPPY IA, los cuales tenían mucha mejor habitabilidad que los anteriores. Mientras se iniciaban estudios para obtener nuevos y más modernos buques de este tipo, los submarinos USS Catfish y USS Chivo, pasaron a ser el ARA Santa Fe y el ARA Santiago del Estero.
En 1972 se adquirieron dos destructores clase Allen M. Sumner en Estados Unidos, renombrados por la Armada como ARA Seguí[31] y ARA Bouchard.[32] El Grupo Aéreo Embarcado del ARA Veinticinco de Mayo fue objeto de potenciación. Se incorporaron 16 aviones A-4Q Skyhawk para ataque a superficie, defensa aérea y reaprovisionamiento en vuelo[33] y cuatro helicópteros S-61D-4 Sea King para defensa antisubmarina.
La Armada dispuso, en la zona del litigio, tres grupos de batalla:[cita requerida]
El primero encabezado por el portaviones ligeroVeinticinco de Mayo, con su completo Grupo Aéreo Embarcado formado por: ocho aviones A-4Q Skyhawk, cuatro S-2 Tracker, cuatro helicópteros S-61D-4 Sea King y un Aérospatiale Alouette III) con el destructor misilístico Hércules –con al menos dos misiles MM 38 Exocet– y las corbetas misilísticas clase A-69Drummond, y Guerrico –con cuatro misiles MM 38 cada una– en funciones de escolta. El 15 de diciembre de 1978 a las 14:40 horas un A-4Q en PAC interceptó un avión CASA C-212 Aviocar de la Armada de Chile haciendo patrulla marítima, en el punto situado en 55° 55′ S y 63° 48′ O, a 150 nudos de velocidad y a 5000 pies. Luego, a las 15:29 horas se despacharon tres aviones más para efectuar la interceptación y el reconocimiento de los «lobos». El 19 de diciembre de 1978 a la 04:49 horas un A-4Q interceptó a otro Aviocar chileno haciendo patrulla, en la posición 54°30′S 60°53′O / -54.500, -60.883, a una velocidad de 150 nudos y a 3000 pies.
El segundo grupo era encabezado por el crucero General Belgrano y los destructores Rosales, Bouchard con cuatro misiles MM 38 y el Piedrabuena, este grupo cubriría a la fuerza de desembarco compuesta por el buque de desembarco Cándido de Lasala y el buque de desembarco de tanques Cabo San Antonio, también navegaba en este grupo de tareas el petrolero Punta Médanos y otros buques tanques de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales).
Para la noche del 21 de diciembre de 1978 el inicio de las operaciones bélicas parecía inevitable pero una fuerte tormenta en la zona con olas de hasta 9 metros retrasó los planes de desembarco argentinos. Ese mismo día, gracias a la oportuna mediación del PapaJuan Pablo II, la Flota de Mar regresó a sus puertos sin que se produjera ningún incidente entre la gran cantidad de tropas desplegadas por ambos países a la zona en conflicto. Para los primeros días de enero de 1979 los buques ingresaban a sus bases habituales.
El 2 de abril de 1982 empezó la guerra de las Malvinas contra el Reino Unido. Finalizó el 14 de junio de 1982 con la rendición de la guarnición argentina. El saldo final del conflicto fueron 649 argentinos, 255 británicos y tres isleñas muertos.[38][39]
La Flota de Mar realizó un eficaz desembarco con las Fuerzas de Tareas 40 (de desembarco) y 20 (de cobertura) en la Operación Azul, que logró la ocupación de las islas Malvinas y Georgias del Sur.[40] Después, el 27 de abril lanzó la Fuerza de Tareas 79 para contraatacar a la flota británica que venía de Gran Bretaña.[41] El 2 de mayo un submarino británico hundió al crucero ARA General Belgrano con una enorme pérdida de vidas. Al día siguiente, un helicóptero inglés bombardeó al aviso ARA Alférez Sobral matando hasta al comandante del buque.[41][42] Después de estas graves derrotas, la FLOMAR se replegó a aguas próximas al litoral y durante el resto del conflicto solamente patrulló el espacio marítimo argentino.[43]
La Aviación Naval venció a la flota británica con el uso de misiles Exocet AM 39 y también bombas de propósito generalMark 82.[44] El portaviones ARA Veinticinco de Mayo fue retirado de la zona de guerra después del hundimiento del General Belgrano el 2 de mayo. Entonces, todos los aviones navales pudieron operar solamente desde las bases continentales.[45]
La Fuerza de Submarinos operó con sus capacidades gravemente restringidas a dos unidades. El ARA Santa Fe fue casi destruido el 25 de abril en las Georgias del Sur y fue capturado por el enemigo.[38]
En operaciones en aguas de las islas Malvinas.[47] La fragata HMS Alacrity (F174) de la Marina Real británica hundió con cañonazos al transporte ARA Isla de los Estados (B-8), el 10 de mayo.[48] El mercante ELMA Río Carcarañá fue destruido por fuerzas aéreas y navales. El transporte ARA Bahía Buen Suceso, que formaba parte del Comando de Transportes Navales junto al ARA Isla de los Estados, encalló en la zona sur del estrecho de San Carlos, frente a la Bahía Fox y debió ser abandonado por sus tripulantes. Fue hundido por los británicos en aguas profundas después de la guerra. Los tres buques contaban entre su tripulación tanto personal civil como militar. También cumplieron una destacada labor logística los buques costeros ARA Monsunen[49] y ARA Forrest,[50] ambos capturados a los británicos el 2 de abril, a los que se sumó una pequeña goleta el 7 de mayo: la ARA Penélope,[51] cuando fue divisada en el apostadero de Isla Águila por el ARA Bahía Buen Suceso.
El Forrest se enfrentó con fuego de armas livianas y provocó averías a un helicóptero Sea Lynx perteneciente a la fragata HMS Alacrity (F174) el día 1.º de Mayo, al norte de Puerto Argentino, cuando la aeronave reglaba el fuego naval de tres unidades británicas, mientras que el ARA Monsunen, el 23 del mismo mes, sobrevivió con daños menores un desigual combate con las fragatas HMS Brilliant (F90)) y HMS Yarmouth (F101), ambas apoyadas por un helicóptero que transportaba fuerzas especiales para capturarlo en proximidades de caleta Foca, al oeste de la isla de Boungaville. Pese al intenso acoso aeronaval del enemigo, todas las misiones de transporte ejecutadas por estas unidades menores terminaron exitosamente. La última de estas fue llevada a cabo por el ARA Penélope, entre Bahía Fox y Puerto Argentino. La pequeña nave embarcó combustible el 26 de mayo, día en el cual zarpó rumbo a la capital de las Islas tras eludir, con algunos daños, el bombardeo naval al que fueron sometidas las instalaciones portuarias por parte de la fragata HMS Plymouth (F196). La goleta arribó a destino el día 2 de junio, cuando ya se la daba por perdida.[38]
La Armada diseñó en Puerto Belgrano un lanzador de misiles Exocet MM 38 para disparar desde la costa contra los buques británicos que cañoneaban a las tropas argentinas. El sistema, bautizado jocosamente «Instalación de Tiro Berreta» (ITB), logró hacer blanco en el crucero ligero HMS Glamorgan la madrugada del 12 de junio de 1982.[52]
Con posterioridad a la guerra de las Malvinas la Armada recibió nuevas unidades que reemplazaron a las naves estadounidenses sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, incorporó:
Cuatro destructores MEKO 360 (originalmente seis)[56]
Cuatro submarinos TR-1700 (dos nunca terminados) entre 1983 y 1989[58]
Este reequipamiento, fue contratado con anterioridad a la guerra, junto con cierto material de origen inglés, como 10 helicópteros Westland Lynx (solo dos entregados), que nunca fueron entregados por el Reino Unido, debido al embargo de armas. Para compensar los helicópteros no entregados, la Armada ordenó cuatro AS-555SN Fennec 2 para operar en destructores.[59][60] A fines de los 1990 recibió, vía programas norteamericanos de ayuda militar unidades menores y ocho helicópteros Bell UH-1H Iroquois. Los UH-1H serían retirados en 2008.[61]
Los submarinos TR-1700 fueron entregados en las siguientes fechas:
El ARA Santa Cruz (S-41), el 18 de octubre de 1983, el ARA San Juan (S-42) el 18 de noviembre de 1985. Como armamento estos buques cuentan con seis tubos lanzatorpedos, ubicados en la sección de proa y pueden lanzar dos clases de torpedos:
a) El torpedo SST-4 antisuperficie del tipo “Swim out” (el torpedo no necesita se expulsado por aire sino que abandona el tubo por sus propios medios) es filoguiado con un alcance de 28 km y dos velocidades graduables (llega hasta 34 nudos).[62]
b) El Mk 37, antisubmarino y antiescolta, es programable y cuenta con un alcance de 8 km desarrollando una velocidad de hasta 25 nudos (en la actualidad no se encuentra disponible en la Armada Argentina). Además cuentan con dispositivos para el sembrado de minas. La estiba a bordo es de 6 torpedos en los tubos y 16 en los calzos, en los que se pueden acomodar en cada uno: 1 torpedo SST-4 o 2 Mk 37. Para minar pueden transportar 80 minas del tipo AEG UGM 75-2, 60 AEG UGM 75-2 o 40 AEG UMM 75-1.
El ARA San Juan participó entre marzo y junio de 1992, en la Fase Cero del UNITAS XXXIII junto con naves de la Armada de los Estados Unidos en aguas del mar Caribe utilizando como base de apoyo a la Estación Naval Roosevelt Roads en Puerto Rico. Entre febrero y junio de 1994 participó del operativo “George Washington-FLEETEX 92/2” también junto a buques de la marina norteamericana, en aguas del Atlántico Norte cercanas a la Base Naval de Norfolk. El ARA Santa Cruz (S-41) participó de los festejos del 75° Aniversario de la Fuerza de Submarinos de la Marina de Guerra del Perú, acontecidos en el año 1986 y en el trayecto a esa República hermana, navegó 8.063 millas sumergido.
El portaaviones ARA Veinticinco de Mayo (V-2) realizó su última navegación operativa en 1988.[18] Sobre finales de ese año se inició un ambicioso programa de modernización del mencionado buque, que incluía el cambio de su planta propulsora y su electrónica completa. La crisis económica que se desató a mediados de 1989 pulverizó el presupuesto asignado y el buque quedó en reserva, no volvió a navegar, hasta 1997, cuando fue puesto a la venta para desguace. En el 2000 fue enviado al Puerto de Alang (India) donde fue desguazado.[24]
En 2001 el almirante Joaquín Stella habilitó el uso de barbas entre el personal, cosa que no ocurría desde la década de 1910.[70] A mediados de año, se permitió el uso de la barba candado en los oficiales de grado capitán de corbeta o superior y los suboficiales de grado suboficial principal o superior. También, se habilitó el saludo sin gorra.[71]
Ante catástrofes naturales envía sus medios para socorrer a la población. El adiestramiento se desarrolla en las denominadas Etapas de Mar, donde se despliega una importante cantidad de medios de superficie, submarinos y aéreos. Básicamente son cuatro Etapas en el calendario a lo largo de cada año, también hay navegaciones independientes de sus medios y extensas patrullas dentro del litoral marítimo argentino.
Luego de la guerra de las Malvinas y como una lección de la misma, en ciertos ejercicios se utiliza munición de combate, respetando la seguridad de las personas involucradas y el medioambiente, donde se desarrolla. En este tipo de ejercitaciones se han lanzado misiles y torpedos con cabeza de combate, contra buques en desuso.
Participan sus buques en las campañas antárticas de Argentina, en las que sus buques se utilizan para el traslado de científicos y abastecer a las bases argentinas en la Antártida.
El submarino ARA San Juan (S-42) (SUSJ), perdido en un naufragio sucedido en el mar Argentino el 15 de noviembre de 2017, con la trágica pérdida de 38 tripulantes y seis buzos tácticos, constituye una de las peores tragedias en tiempos de paz. Después de la búsqueda el 17 de noviembre de 2018 el buque Seabed Constructor de la empresa Ocean Ininity halló los restos en un punto a 907 m de profundidad.[72]
Los OPV-87
Desde los años 2000 la Armada buscaba la compra de patrulleros de alta mar para sustituir a los avisos y relevar a las corbetas A69 y MEKO 140 del control pesquero. Así se decidió por los cuatro OPV-87, comprados a Francia en 2018. Se recibieron el Bouchard, Piedrabuena, Storni y Cordero. El 6 de diciembre de 2019 en Toulon izó el pabellón nacional el ARA Bouchard. Se hallan asignados a la División Patrullado Marítimo (DVPM) con apostadero en la Base Naval Mar del Plata (BNMP).[73]
Otras compras
Los cuatro P-3C/N (tres P-3C + 1 P-3N), comprados a Noruega el 17 de octubre de 2023,[74] trae la sustitución de los viejos P-3B en la Escuadrilla Aeronaval de Exploración (EA6V) con asiento en la Base Aeronaval Almirante Zar (BAAZ). El primer avión, el P-3C 6-P-57, arribó a Buenos Aires el 19 de septiembre de 2024.[75]
↑Se incorporó también una flotilla de cuatro lanchas torpederas, dos de ellas asignadas al Fulminante, las primeras de la Armada Argentina. Los torpedos eran de bronce cargados con 65 libras de dinamita. Se los llamaba «de botalón» porque para su uso eran colocados en la punta de un botalón de hierro de ocho metros de largo.
↑ abcAtkins, Albert. «Portaaviones en la ARA». Fuerzas Navales. Archivado desde el original el 3 de enero de 2019. Consultado el 31 de diciembre de 2018.
↑Aversa, Santiago L. «Corbetas MEKO 140A16»(HTML). Fuerzas Navales. Archivado desde el original el 2 de agosto de 2019. Consultado el 30 de diciembre de 2018.
Landaburu, Carlos Augusto (1989). La guerra de las Malvinas. Buenos Aires: Círculo Militar. ISBN978-950-9822-15-3.
Martini, Héctor (1992). Historia de la Aviación Naval Argentina. Tomo III. Departamento de Estudios Históricos Navales.
Yofre, Juan Bautista (2011). 1982: Los documentos secretos de la guerra de Malvinas/Falklands y el derrumbe del Proceso (2.ª edición). Buenos Aires: Sudamericana. ISBN978-950-07-3666-4.
Delamer, Guillermo; Oyarzábal, Guillermo; Montenegro, Guillermo J.; Bergallo, Jorge; Santillán, Haroldo (2010). «Evolución del pensamiento estratégico naval argentino a lo largo de la historia». Boletín del Centro NavalCXXVIII (828). ISSN0009-0123.