El incendio del Real Alcázar de Madrid fue un siniestro que destruyó por completo el Real Alcázar de Madrid, salvo por la Casa del Tesoro,[1] entre la Nochebuena y el día de Navidad de 1734.[2] Solo hubo una víctima mortal del incendio, una mujer.[3] Aunque se pudieron salvar las joyas más emblemáticas de la Corona, como la perla Peregrina y el diamante El Estanque[3] y 1038 obras de arte,[4] más de 500 lienzos desaparecieron en el incendio,[2] junto con numerosos documentos pertenecientes al Archivo de las Indias, bulas pontificias y otros papeles de Estado,[3] además de innumerables estatuas y esculturas de madera, mármol, bronce, etc.,[5] y toda la colección de música sacra de la Capilla Real.[6] También se perdieron por completo las llamadas «colecciones americanas».[7] Otras importantes pérdidas incluyen numerosos frescos realizados por maestros como Angelo Michele Colonna y Agostino Mitelli.[8]
El Real Alcázar, además de ser la residencia oficial de la Familia Real española, siendo en aquel entonces rey Felipe V, albergaba una gran colección de obras de arte, incluyendo unos 2000 cuadros de pintores destacados, piezas de orfebrería de ornamentos religiosos y piedras preciosas, además de muchas reliquias procedentes de tiempos de Felipe II.[9] Adquisiciones más recientes incluían obras de Tiziano, Tintoretto, Ribera, Durero, Leonardo y Brueghel.[4]
Por otra parte, es conocido que a Felipe V, nacido en el Palacio de Versalles, no le gustaba el Alcázar, y el hecho de que la familia real, que normalmente celebraba los maitines de Nochebuena en la Capilla Real del Alcázar,[3] se encontrase fuera al tiempo de declararse el incendio, ligado con el traslado previo de algunas obras de arte al Palacio del Buen Retiro —que se convirtió en la residencia oficial del monarca hasta terminarse las obras de construcción del nuevo palacio—,[10] dejaron algunas dudas respecto a las causas del siniestro.[3]
El incendio
Se piensa que el incendio se originó en los aposentos del pintor de Corte Jean Ranc, donde, al parecer, mozos de palacio se habían embriagado al calor de la festividad navideña, desatendiendo en su extravío a una furiosa chimenea holgada de leños ardientes, y se propagó rápidamente.[4] Fue detectado sobre las doce y cuarto de la noche, cuando la guardia vio llamas en el lienzo de la Priora, a poniente. El tañido de las campanas del convento de San Gil que alertaron en señal de incendio, se confundieron con la llamada para la Misa del Gallo.[3]
Las obras que se salvaron se trasladaron a las Casas Arzobispales (del Arzobispo de Toledo) y en las Casas de Bedmar (del marqués de Bedmar),[11] al Convento Real de San Gil, a la Armería y a las iglesias y otras casas cercanas.[12]
El 28 de diciembre, por orden del marqués de Villena, se elaboró un inventario de las pinturas rescatadas —«libertado del fuego»—.[5]
Por otra parte, existen dudas sobre la presencia, o no, en el Alcázar de algunas obras que se suponen dañadas por el fuego, como es el caso de La fábula de Aracne, de Velázquez (Museo del Prado, Madrid).[13]
Salón de los Espejos
Las obras más importantes del Alcázar se encontraban en el Salón Nuevo o Salón de los Espejos, en el centro de la fachada sur del edificio.[2] Los primeros cuadros en ocupar la estancia fueron unos tizianos traídos desde el Palacio del Pardo y los expresamente encargados para el salón que trajo Rubens a Madrid en 1628.[14]
De los doce leones de bronce dorado que Velázquez, por deseo de Felipe IV, encargó a Matteo Bonuccelli, y que decoraron los seis bufetes del Salón de los Espejos, se salvaron once.[12]
Mercurio y Argos de Velázquez[2] (Prado, Madrid; la única de las cuatro pinturas mitológicas pintadas por Velázquez para el salón que sobrevivió)[13]
Además de estas, también lograron sobrevivir otras pinturas de Caravaggio, Durero, Murillo, Rafael, Ribera, Rubens, Tinttoreto, o Veronese, entre otros.[2] En total, aproximadamente mil obras pudieron ser rescatadas, mientras que más de 500 pinturas quedaron reducidas a escombros.[3][4]
Retrato ecuestre de Carlos II[2] (un supuesto boceto preparatorio para la obra, realizado por el propio Giordano, se conserva en el Museo del Prado)[61]
Erasmo de Róterdam[64] (no obstante, los inventarios no lo atribuían del todo seguro a él; se conservan otros retratos del humanista ejecutados por el propio Holbein, el más famoso de ellos en el Musée du Louvre de París)[65]
La expulsión de los moriscos[4] (se conserva un presunto boceto preparatorio del rostro de Felipe III atribuido a Velázquez, donado por William B. Jordan al Museo del Prado a través de la organización benéfica American Friends of the Prado Museum)[91]
↑Atribución dudosa. Luini realizó hasta cinco versiones autógrafas del tema, siendo la conservada en los Uffizi de Florencia la que mayores similitudes guarda con la obra del Prado.[30]
↑Se ha sugerido que pudo haberlo pintado Eugenio Cajés, quien ya había copiado con anterioridad otras pinturas de la Colección Real.[33]
↑ abcdefghijMorán Turina, Miguel. «Alcázar de Madrid, Real». En Fundación Amigos del Museo del Prado, ed. Enciclopedia del Museo del Prado (2006). Consultado el 16 de mayo de 2016.
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