Incompetencia es un término que indica ineficacia de un sujeto o sistema frente a su universo y tiene varias acepciones, social, económica, sistémica e incluso es aplicable a lo natural.
La incompetencia social es la que indica a aquella persona natural o sistema que no tiene la capacidad o las competencias necesarias para resolver o funcionar de manera eficiente.[1]
El término también es usado en economía para indicar a aquellas empresas o sistemas económicos que son incapaces de sostenerse de manera eficaz en el mercado.[2][3]
En términos judiciales, un juzgado puede declararse incompetente cuando el caso que gestiona escapa a sus alcances.
En la naturaleza, un depredador avanzado en edad se torna incompetente para procurarse de sus presas naturales y opta por presas que no estaban en su espectro alimenticio; esto es común en tigres en la India y leones en África.
Teorías de la incompetencia
Los siguientes ejemplos genéricos pretenden explicar las causas de la incompetencia.
En términos laborales, un individuo se torna incompetente[4] en su cargo cuando ocurre alguna de estas situaciones:
Falta de motivación personal y carencia de liderazgo en sus superiores.
Ascensos a puestos para los cuales no está capacitado.
Pérdida de los objetivos y metas de su cargo.
Adquisición de malos hábitos laborales.
Conformismo y pasividad ante los cambios.
Dilución de los niveles de autoridad en el sistema.
Decepción ante políticas empresariales ambiguas.
Incapacidad de trabajo en equipo, incapacidad de socialización.
En términos económicos,[5] una empresa podría tornarse incompetente en el mercado cuando ocurren algunos de estos ejemplos:
Incapacidad de comprensión de los cambios y tendencias del mercado.
Incapacidad de adaptación a lo que demanda el mercado.
Incapacidad de mantener el equilibrio entre la oferta y la demanda.
Falta de modernización e incorporación de nuevas herramientas tecnológicas.
Falta de un marketing adecuado.
Exceso de burocracia.
Gerencias rígidas y mandos medios mediocres.
Sistemas de gestión de la calidad inexistentes, mal implementados o débiles.
Malas prácticas empresariales.
Índices de productividad deficientes.
Objetivos y políticas no traspasados a los niveles inferiores de autoridad.
Incapacidad de negociación y captura de nichos de demanda.