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Trigo soy de Dios (Ignacio de Antioquía)

Ignacio devorado por las fieras.

«Trigo soy de Dios, molido por los dientes de las fieras y convertido en pan puro de Cristo» es una frase escrita por Ignacio de Antioquía a principios del siglo II, durante el viaje que hizo prisionero desde Siria a Roma para ser ejecutado en el circo de esta ciudad. La frase, que está contenida en su carta a los romanos, fue redactada durante una estancia en la localidad asiática de Esmirna para persuadir a la comunidad cristiana de Roma de que no intercediese por él y le dejase morir en las fieras. Dicho con sus palabras:

No tengáis conmigo una benevolencia inoportuna. Permitidme ser pasto de las bestias, gracias a las cuales alcanzaré a Dios. Trigo soy de Dios, molido por los dientes de las fieras y convertido en pan puro de Cristo (Rom 4.1).

De la fecha de redacción de esta carta se conoce paradójicamente el día, 24 de agosto,[1]​ pero se desconoce el año, siendo normal situarla en torno al año noveno del reinado de Trajano (h. 107 d. C.), conforme al testimonio de Eusebio de Cesarea. Con posterioridad a Ignacio, la frase ha sido citada por varios Padres de la Iglesia, entre ellos Ireneo de Lyon,[2]​ como paradigma del pensamiento martirológico cristiano.

Referencias

  1. «...nueve días antes de las calendas de septiembre» (Ayán 2000:267)
  2. Adversus haeresses V 28,4
  • AYAN, JUAN JOSE (2000). Padres apostólicos. Biblioteca de Patrística. ISBN 84-89651-83-3
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