Batalla de Cremona (200 a. C.)
La batalla de Cremona fue un enfrentamiento militar librado en 200 a. C. entre las fuerzas de la República romana y las tribus celtas (galos) de la Galia Cisalpina, resultando en una completa victoria de las primeras. AntecedentesEn 201 a. C. el cónsul Publio Elio Peto fue enviado a enfrentar a los boyos, que estaban atacando territorio romano.[8] Las tribus celtas de la zona se habían unido a Aníbal Barca y ahora tocaba reconquistar el territorio.[9] Envió al legado Cayo Ampio con 2 legiones reclutadas rápidamente[8] y 4 cohortes propias a atacar territorio boyo desde Umbria.[10] Llegaron al oppidum de Mutilum o Medolo (cerca de Mutina), un lugar rodeado de campos listos para la cosecha,[11] Establecieron el campamento sin explorar adecuadamente la región y disperso a sus hombres para recolectar granos sin adecuada escolta, lo que permitió a los celtas lanzar un ataque sorpresa y masacrarlos. Tras esto el pánico se apoderó incluso de los que tenían las armas consigo.[12] En total, 7.000 hombres fueron muertos, incluyendo el legado, y el resto se refugió aterrorizado en el campamento.[13] Durante la noche siguiente, sin nadie realmente al mando, los soldados acordaron retirarse dejando la mayoría del bagaje. Atravesaron los bosques hasta llegar con el cónsul.[14] Este último se dedicó a devastar los territorios de los boyos y los ligures ingaunios, logrando firmar un tratado con ellos.[15] Según Gino Bandelli, si las cifras de guerreros celtas son verdaderas, tanto boyos como ínsubres tenían poblaciones de 200.000 personas por tribu, mientras que los cenómanos alrededor de 60.000 ú 80.000.[16][17] Basándose en el ejército de 50.000 ínsubres reportados en el 223 a. C. por Polibio[18] y 50.000 boyos reportados por Tito Livio en el 191 a. C..[19] Esto corresponde con las estimaciones modernas de que por cada guerrero debía haber otras tres no combatientes.[20] Sin embargo, probablemente eran una exageracción.[21] Entre tanto, los cenómanos (junto con los vénetos) pusieron en armas 20.000 guerreros en 225 a. C. acorde a Polibio.[22] Respecto a los ligures, supuestamente, solo en la ciudad de Patavium podían reunir una fuerza de 120.000 combatientes según Estrabón,[23] lo que supondría una población de 360.000 a 480.000 personas, lo que se considera imposible para esa época.[24] En cambio, Livio habla de 40.000 guerreros en el 193 a. C..[25] Más realista es la cifra de apuanos deportados en el 180 a. C., unos 40.000 según Livio,[26] de los que 12.000 eran guerreros.[27] Al año siguiente deportaron otros 7.000 varones.[28] Obviamente, estos números no corresponden a la población total.[29] CampañaAl año siguiente, mientras los romanos estaban ocupados con la segunda guerra macedónica, los celtas se rebelaron en la Cisalpina[30] bajo el mando de un antiguo oficial cartaginés llamado Amílcar, consiguiendo el apoyo de los ligures para un ataque contra Placentia.[2] La ciudad fue saqueada y quemada y se capturaron a 2.000 romanos. Los aliados decidieron cruzar el río Po y destruir Cremona.[31] Estas urbes eran las únicas colonias que sobrevivieron a la segunda guerra púnica en el norte italiano.[32] Las noticias del desastre les dio tiempo a los colonos romanos para cerrar las puertas, establecer guarniciones para proteger las murallas y enviar mensajes de ayuda al pretor[33] Lucio Furio Purpúreo, gobernador de la Cisalpina, quien había licenciado a su ejército por orden senatorial, salvo 5.000 aliados latinos. Estaban acampados en Ariminum, el sector de la provincia más cercano a Roma.[34] El pretor escribió al Senado solicitando refuerzos ya que enviar a su pequeño ejército contra una masa que lo superaba 8 a 1 era un suicidio que sólo alentaría a los rebeldes a destruir la ciudad.[5] Se decidió enviar al cónsul Cayo Aurelio Cota con un ejército consular,[35] designando una fecha para que se concentrara la fuerza en Etruria y luego seguir a Ariminum.[36] El cónsul tenía órdenes para el pretor y su ejército de retirarse a Etruria a servir de guarnición mientras él iba a liberar Cremona de su asedio.[37] También se envió una embajada a Cartago[38] anunciando que uno de sus ciudadanos, un oficial llegado con Asdrúbal Barca o con Magón Barca,[39] había alzado a celtas y ligures, y si querían mantener la paz debían entregarlo.[40] Asuntos políticos forzaron al cónsul a quedarse en Roma, dejando el mando al pretor.[41] Cuando las fuerzas de consulares llegaron a Ariminum, los aliados latinos estacionados fueron enviados a Etruria.[42] Luego, el pretor siguió mediante marchas forzadas hasta la asediada Cremona, acampando a una milla y media del enemigo.[43] Los celtas se habían dispersado y no dejaron una fuerte guarnición en su campamento,[44] pero Furio no atacó porque sus soldados estaban agotados.[45] Los gritos de los vigías celtas alertaron al resto de los guerreros, que olvidaron el botín saqueado en las cercanías y volvieron presurosos a su campamento. Al día siguiente salieron en formación de batalla y los romanos no rechazaron el desafío.[46] BatallaLos celtas cargaron con sorprendente velocidad, apenas dando tiempo a sus enemigos de formarse.[47] Los aliados itálicos formaron en primera línea ocupando el frente en dos contingentes, con el legado Marco Furio a cargo de la derecha y su colega Marco Cecilio de la izquierda, la caballería estaba a las órdenes de Lucio Valerio Flaco y las legiones quedaron en segunda línea.[3] El pretor se quedó con los legados Cayo Letorio y Publio Titinio, con cuya ayuda[48] planeaba vigilar toda la batalla.[49] Primero los celtas intentaron abrumar el flanco derecho romano[50] y cuando no funcionó flanquear y envolverlo completamente aprovechando su amplia superioridad numérica.[51] El pretor respondió mandando a sus legiones a defender los flancos, prometiendo a los dioses un templo si obtenía la victoria,[4] y mandando al legado Valerio cargar con la caballería romana en un flanco y la aliada en el otro.[52] Al notar que el centro celta había extendido demasiado su línea, el Furio ordenó una carga generalizada para romperlo. Así, su infantería hizo retroceder al centro y su caballería a las alas.[53] Finalmente, los celtas se rompieron y huyeron a su campamento[54] perseguidos por la caballería. Luego las legiones asaltaron la posición, salvándose menos de 6.000 enemigos.[55] ConsecuenciasLos dos mil romanos capturados fueron liberados y devueltos a sus tierras.[56] La mayoría de los romanos y aliados caídos en la batalla fueron en el flanco derecho, aquel que sufrió la primera y más vigorosa carga celta.[6] Cuando el cónsul llegó la guerra estaba acabada pero decidió asumir el mando de todas formas.[41] La Cisalpina fue gradualmente pacificada durante la siguiente década.[1] Al final de la conquista, los boyos carecían de varones adultos, solo jóvenes y ancianos,[19] acabaron siendo expulsados y sus tierras serían colonizadas por latinos.[57] Referencias
BibliografíaAntigua
Modernas
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