Cristián IV, como luterano, se alió con Ernesto de Mansfeld en una campaña militar que había planeado comenzar en Turingia, Alemania central, y entonces dirigirse hacia el Sur. Su intención era ayudar a los alemanes protestantes que habían sido derrotados severamente unas pocas semanas atrás en la batalla de Dessau.
Con la participación de Cristián IV, la Guerra de los Treinta Años, que hasta entonces había estado reducida a facciones opuestas del Sacro Imperio Romano Germánico, ahora se extendió a otras potencias europeas, aunque Cristián, como Duque de Holstein, no era un completo extranjero.
La batalla
Tilly logró atraer al ejército de Cristián a Lutter y forzarlo a combatir en campo abierto. La infantería imperial atravesó la línea danesa en tres ocasiones, pero cada vez fue repelida por un contraataque de la caballería. No obstante, finalmente el ejército danés ya no pudo mantener por más tiempo su terreno y cuando toda su artillería cayó en las manos del enemigo, cundió el pánico y los daneses se retiraron hacia el pueblo de Stade. Las pérdidas danesas fueron aproximadamente de seis mil muertos y dos mil quinientos prisioneros.
Consecuencias
Después de la batalla de Lutter, los príncipes del norte de Alemania hasta Mecklemburgo quitaron su apoyo a Cristián IV. La victoria de Fernando II y sus aliados supuso un comienzo desastroso para la campaña danesa en la Baja Sajonia, que llegó a su final en mayo de 1629 con el Tratado de Lübeck. Así, la batalla marcó el declive de Dinamarca como gran potencia europea.