Dictum de ActonSe conoce como dictum de Acton a una célebre frase acuñada por el historiador católico británico John Emerich Edward Dalkberg Acton, más conocido como Lord Acton en 1887. En su redacción original decía:
La frase se ha traducido de diversas formas:
O, más literalmente:
La frase se suele utilizar para zanjar comentarios provocados por los casos de corrupción que se dan en instituciones o ámbitos políticos, religiosos, militares, patronales, sindicales, etc., comprobándose que el control del poder no existe o se encuentra maniatado por el miedo o por el interés. ContextoEl escritor del siglo XIX John Edward Emerich Dalkberg Acton,[1] Lord Acton, fue un noble católico de madre alemana y padre inglés. Se formó en Alemania (no fue admitido en Cambridge como estudiante a causa de su religión; posteriormente llegaría a ser Profesor Regio de Historia Moderna en dicha universidad) especializándose en Historia de la Iglesia y de las religiones. Católico de ideas liberales, se opuso a la proclamación del dogma de la infalibilidad pontificia en el Concilio Vaticano I, en el que intervino, sin conseguir que el dogma no fuese proclamado (consecuencia de ello fue el cisma de la que se denominaría Iglesia Católica Antigua). Pensador liberal dentro de la Iglesia católica, fue un defensor de las libertades políticas, sobre todo de la honradez de los historiadores a la hora de abordar los escándalos y abusos de la Iglesia a través de los siglos. En este contexto, Lord Acton remitió una carta al obispo Mandell Creighton, autor de una monumental Historia del Papado, que no era contundente al juzgar la conducta de algunos papas. A esto Acton replicó:
Referencias
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