Escudilla![]() Se llamaba escudilla al recipiente semiesférico, ancho, no muy grande ni muy hondo y sin asas ni labio, usado individualmente para comer con cuchara y beber sorbiendo.[1] Nebrija recoge la voz dando sus equivalencias latinas: scutula y scutella.[2] Pieza alfarera básica del servicio de mesa, la escudilla, en el campo arqueológico, resulta conflictiva a la hora de su clasificación y diferenciación de otros vasos como los cuencos, los ataifores de la producción islámica, e incluso algunos platos y fuentes. Además de su obvio interés etnológico, la escudilla, término hoy en desuso, es voz habitual en la literatura y en la iconografía pictórica desde la Edad Media hasta mediado el siglo XX. La vasija por excelencia![]() Así la consideraba el erudito González Martí, añadiendo en su presentación de la pieza que era su destino principal el de recibir la ración alimenticia que en el yantar cotidiano corresponde a cada uno de los componentes de la familia, reinando, de ordinario, la más estrecha armonía mientras se consume su contenido.[3] Una descripción más técnica de la escudilla la define como vasija sin asas verticales, si acaso horizontales, cuyo diámetro del fondo —entre 60 y 90 mm— es la mitad del de la embocadura, y proporcionalmente de 2 a 3,5 veces la altura.[4] Los ejemplares medievales analizados en la provincia de Valladolid por Olatz Villanueva, llevan engobe interior, alturas entre 55 y 80 mm., y son similares a las copas troncocónicas del Hotel de Brión, en (Aviñón), y a los cuencos de algunos yacimientos arqueológicos de la provincia de Zamora estudiados por Turina Gómez.[5] La escudilla en la literatura española
Evolución arqueológica
Ejemplos etnográficos
Ejemplos pictóricos
Véase tambiénReferencias
Bibliografía
Enlaces externos
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