El neuromito del cerebro inactivo es un mito que afirma que el cerebro descansa y por eso se mantiene sin actividad cuando estamos durmiendo.[2][3] Según las neurociencias, el cerebro trabaja permanentemente. De hecho, está más activo y consume más energía por las noches.[4] Cuando el cerebro parece estar inactivo, como al inicio del sueño o en un estado de anestesia leve, en realidad mantiene una gran actividad que le permite estar preparado para volver a entrar en acción.
Función del sueño en el cerebro
La mayoría de las neuronas corticales, libres de estímulos del ambiente, al dormir permanecen activas.[5]El cerebro exhibe un alto nivel de actividad eléctrica durante el sueño, alternando entre las fases SW (slow wave) y REM, con periodos REM asociados con los sueños.[6]El sueño no es homogéneo, se subdivide en etapas y subetapas que se caracterizan por diferentes ritmos y patrones. Existen múltiples tipos diferentes de recuerdos (memorias episódicas y semánticas, memorias de procedimientos y de habilidades, condicionamiento pavloviano, etc.) que dependen de redes de estructuras diferentes, aunque a veces superpuestas, y que a su vez exhiben diferentes patrones de sueño. [7] Cada vez hay más evidencia que respalda la opinión de que la transición de los recuerdos de un estado lábil, dependiente del hipocampo, a un estado estable o consolidado, independiente del hipocampo, depende de procesos de plasticidad impulsados por la actividad que tiene lugar durante el sueño.[5]Durante el sueño el cerebro se encarga de asociar, entrelazar y relacionar esos contenidos entre sí.[8]Por eso dormir ayuda al aprendizaje y a fijar conocimientos.[9]Además, los niveles de trifosfato de adenosina, que son los químicos fundamentales para proveer a las células de energía, aumentan durante el sueño.[10]
La privación de sueño a corto plazo produce disminuciones globales en la actividad cerebral, con mayores reducciones en la actividad en la red cortico-talámica distribuida que media la atención y los procesos cognitivos de orden superior.[11] Los productos de desecho metabólico de la actividad neuronal se eliminan del cerebro dormido a un ritmo más rápido que durante el estado de vigilia por lo que mientras dormimos se cumple una función reparadora.[12] La necesidad de dormir evolucionó para eliminar los neurotransmisores que escapan a la recaptación y se acumulan en el líquido intersticial del cerebro, evitando las consecuencias dañinas de la acumulación de neurotransmisores y la reducción de la actividad sináptica.[13]