PalanganaPalangana, palancana o jofaina (también sink)[1] se llama al recipiente bajo y de boca muy ancha que se utiliza para lavar o lavarse. En el uso del lenguaje ha desplazado a otros términos con como jofaina, aguamanil, tina, almofía, zafa y bacía. Producto de la era industrial, las palanganas se fabricaron originalmente en diferentes aleaciones metálicas, siendo las más populares las de latón cubierto de esmalte blanco; luego llegarían las de aluminio y finalmente las de plástico. Su empleo para el aseo personal cotidiano fue sustituido por el lavabo con la incorporación del agua corriente en la fontanería doméstica. Familia lingüísticaAunque algunos etimólogos le dan un origen incierto, otros proponen como origen de «palangana» la voz latina «palanca».[2] La RAE, por el momento, considera palangana sinónimo de jofaina. La doctora Regueiro Rodríguez, estudiando la familia lingüística de la jofaina y sus usos a los dos lados del Atlántico, da como sinónimos «palangana» y «zafa»;[nota 1] como hiperónimo, «aguamanil»; y como hipónimo, «bacía».[3] Por su parte, Pilar García Mouton y Álex Grijelmo, en Palabras moribundas, hacen un seguimiento evolutivo de la jofaina y su familia, a través de las sucesivas ediciones del DRAE desde el siglo XVIII, recuperando el uso en varias provincias españolas de la voz «palancana», pareja de «palangana».[4] Uso histórico y anecdotarioOriginalmente, las palanganas solían instalarse sobre un mueble palanganero, usado para lavarse las manos y la cara, emplazado en el dormitorio. Antes de la generalización de alcantarillado en las ciudades o allí donde aún no existía, el vaciado del agua usada de las jofainas (y aún luego de las palanganas) se hacía en los patios, o en la propia calle, desde la puerta de la casa o, lo que resultaba más pintoresco, por la ventana o balcón, al grito de «¡agua va!» o simplemente «¡aguas!». De ahí que en México cuando quieren prevenir alguien, la gente diga «¡aguas!», en vez de «¡cuidado!».[5] En la literaturaEl poeta romántico Gustavo Adolfo Becquer, describiendo el Monasterio de Veruela en un pasaje del capítulo IX de Desde mi celda, habla así en su carta dirigida a la señorita doña M. L. A.:
Galería pictórica
Véase tambiénReferencias
Notas
Enlaces externos
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