Comenzó a escribir guiones para «Los electroduendes», dentro del programa La bola de cristal entre 1984 y 1988. Según comenta el propio Santiago en una entrevista, entró a trabajar sustituyendo a su madre y convirtió a «Los electroduendes» en una serie de «fábulas de marxismo satírico para niños»:[2]
«Los primeros guiones –al menos los tres primeros meses– los escribieron ella y Carlo Frabetti. Yo empecé a hacer guiones beneficiado por el nepotismo materno y porque, casualmente, contraje una grave enfermedad que me impedía salir de casa. Carlo y Lolo dejaron los guiones en mis manos y mi contribución es sobre todo la de haber «torcido» el espíritu inicial del programa, que era más infantil y menos político. Lolo y Carlo habrían podido hacer también magníficos guiones «torcidos» (pues tienen un inmenso talento), pero cuando comprobaron que no se me daba mal «torcerlos» pasaron a ocuparse de otros aspectos del programa. Cuando introduje el personaje de Amperio Felón, que era el paradigma del empresario, del explotador, lo que intentaba era contar el Capítulo XXV del primer libro de El capital, la acumulación originaria. Ese era mi propósito: contar Marx a los niños.»[3]
Fue también en los años ochenta cuando escribió, junto a Carlos Fernández Liria, Dejar de pensar (1986) y Volver a pensar (1989), dos libros sobre filosofía marxista considerados de gran importancia en los ámbitos de la izquierda.[4] Ambos libros eran un compendio del pensamiento marxista a la vez que una crítica a la política que entonces realizaba el PSOE. De hecho, Carlos y Santiago decidieron Dejar de pensar tras sentirse desencantados con la política del partido, especialmente su cambio de actitud sobre la entrada de España en la OTAN.[5]
En 1991 se trasladó a vivir a El Cairo, ciudad en la que residió durante siete años:[6]
«[...] necesitaba una ruptura espacial y lingüística con lo que hasta entonces había sido mi biografía, de manera que el hecho de que acabara viviendo en El Cairo responde más bien al azar. Podría haber acabado igualmente en Islandia o en China. Lo cierto es que, retrospectivamente, uno tiende también a creer que la existencia está regida por una suerte de providencia que te dirige siempre hacia ese lugar que sin saberlo era el tuyo. Y es verdad que la casualidad me llevó a una zona del mundo en la que, aparte de haber aprendido mucho, personalmente siempre me sentí muy cómodo.[5]
Durante esta etapa escribió Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado, por el que quedó finalista en 1995 del Premio Anagrama de ensayo. Ese mismo año quedó ganador Javier Echeverría con su obra Cosmopolitas domésticos.[7]
En 1998 trasladó su residencia a Túnez, ciudad en la que vive actualmente, y donde se ha dedicado al análisis del mundo contemporáneo y a la interpretación del mundo árabe.
↑Santiago Alba Rico, próloga a ¡Viva el mal! ¡Viva el capital! (2001).
↑Carlos Prieto, «La bola de cristal. Santiago Alba Rico explicado a los niños», entrevista a Santiago Alba Rico, en LDNM 4. (versión en línea aquí, última consulta el 25 de junio de 2008.)
↑Salvador López Arnal: «Restar es más difícil que sumar» (Entrevista con el escritor Santiago Alba Rico), en El Viejo Topo, enero de 2008 (versión en línea aquí, consultada por última vez el 25 de junio de 2008).