Cuando nació, sus padres llevaban ya veinte años casados y él fue el último de sus hijos y como tal era el favorito de su madre.[3] Rumores de algunos nobles atribuyeron la paternidad de Francisco de Paula y de su hermana María Isabel, a Godoy.[2] No existe ninguna prueba en ese sentido y sí aparecen indicios contrarios a este hecho como que su hermano mayor, el rey Fernando VII, declarado enemigo de Godoy, no parece que hubiera mantenido a su lado a un hijo del denostado valido como hizo con Francisco de Paula durante toda su vida.[4]
Fue instruido según un plan de pedagogía educativa inspirado en el suizo Johann Heinrich Pestalozzi, diferente al de sus hermanos mayores, Fernando y Carlos, y que Godoy trataba de extender en España. Su educación se vio bruscamente interrumpida por la invasión francesa, cuando tenía 14 años.
El levantamiento de 1808
Madrid fue ocupada por las tropas francesas del general Murat el 23 de marzo de 1808, tras la firma del Tratado de Fontainebleau en octubre de 1807 y la consiguiente entrada en España de las tropas aliadas francesas de camino hacia Portugal. Fernando VII y su padre, Carlos IV fueron obligados a reunirse con Napoleón en Bayona, donde se produjeron las abdicaciones de Bayona, que dejaron el trono de España en manos del hermano del emperador, José Bonaparte.
Mientras tanto, en Madrid se constituyó una Junta de Gobierno como representación del rey Fernando VII, aunque el poder efectivo quedó en manos de Murat, que redujo la Junta a un mero títere. El 27 de abril, Murat solicitó, supuestamente en nombre de Carlos IV, la autorización para el traslado a Bayona de los dos hijos de este que quedaban en la ciudad, María Luisa y el infante Francisco de Paula. Si bien la Junta se negó en un principio, tras una reunión en la noche del 1 al 2 de mayo, y ante las instrucciones de Fernando VII llegadas a través de un emisario desde Bayona, finalmente cedió.
El 2 de mayo de 1808, desde primera hora de la mañana, comenzó a concentrarse una multitud de ciudadanos ante el Palacio Real. La muchedumbre conocía la intención de los franceses de sacar de palacio al infante Francisco de Paula para llevarlo a Francia con el resto de la Familia Real, por lo que, al grito de José Blas Molina «¡Que nos lo llevan!», parte del gentío asaltó el palacio. El infante se asomó a un balcón provocando que aumentara el bullicio en la plaza. Este tumulto fue aprovechado por el general Murat, que mandó un destacamento de la Guardia Imperial al palacio, acompañado de artillería, que hizo fuego contra la multitud. Al deseo del pueblo de impedir la salida del infante, se unió el de vengar a los muertos y el de deshacerse de los franceses. Con estos sentimientos, la lucha se extendió por todo Madrid.
Posteriormente el infante acompañó a sus padres, Carlos IV y María Luisa, en su exilio en Fontainebleau, Marsella y Roma, mientras su hermano Carlos y su tío Antonio marchaban al castillo de Valençay junto al primogénito Fernando. Durante su estancia romana, sus padres intentaron encaminarle hacia la carrera religiosa. En 1814, con la caída de Napoleón, su hermano Fernando asciende al trono, pero él permanece junto a su padre en la ciudad italiana. El papa Pío VII llega a conferirle el 19 de junio la tonsura y el 23 del mismo mes las cuatro órdenes menores.[nota 1][5] En 1815, terminó su breve carrera eclesiástica, cuando su hermano, como jefe de la casa real, lo nombra capitán general de los ejércitos y consiliario de la Real Academia de San Fernando.[4]
Debido a unas turbias relaciones con una amante, con implicaciones financieras, su vuelta a España se retrasa hasta mayo de 1818, cuando su hermano el rey le autoriza a regresar. Realizó este viaje bajo los títulos de incógnito de conde de Caravaca[6] y después, conde de Moratalla.[7] En la corte, fue nombrado consejero de estado e investido con el hábito de las órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa y es nombrado Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza (1819-1865) y también protector de la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid además de asignársele varias encomiendas militares como manutención.[4]
En 1820, como miembro del consejo de estado que se reunió el 6 de marzo se sumó a la propuesta de la mayoría de los consejeros que pedían una amnistía y la apertura de Cortes, que darían lugar al denominado Trienio Liberal. Esta postura del infante se interpretó popularmente como un apoyo en favor de los sublevados, aunque realmente Francisco de Paula solo se había unido al mayoritario grupo de consejeros moderados en su deseo de frenar en lo posible la aplicación de la constitución de 1812.[4]
Las Cortes surgidas del Trienio Liberal aprobaron, entre otras medidas, un decreto que anulaba la exclusión del infante Francisco de Paula y de María Luisa de Borbón de la línea de sucesión de la corona, que se había aprobado en las Cortes de Cádiz en 1812, ante el temor de que Napoleón hubiera tramado algún plan para imponer un rey títere.[4]
Tras la reposición en el poder real de Fernando VII, en 1823, durante la denominada Década Ominosa, los infantes Carlos y Francisco de Paula presentaron habitualmente posturas políticas diferentes en el consejo, ya que Carlos recogía la posición de los consejeros más ultrarrealistas y Francisco una posición algo más moderada sin llegar en ningún caso a posiciones liberales, y siempre apoyando a su hermano Fernando.
En 1827, ciertos círculos políticos franceses especularon con la posibilidad de coronar al infante Francisco como emperador de México. El infante y su esposa aceptaron de buen grado esta propuesta, si contaba con el respaldo de las potencias europeas. Sin embargo, Fernando VII, cuando tuvo noticia del proyecto, le ordenó que se retirara de esa aventura.[4]
La muerte, en 1829, de la reina María Josefa Amalia de Sajonia, dio lugar a la elección de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, hermana de Carlota, la esposa de Francisco, lo que conllevó un mayor acercamiento aún del infante y su esposa a la corona. Hacia 1839 el infante y su familia estaban en París junto con su familia en un más o menos forzado destierro, tras un viaje por diversas estaciones termales y ciudades europeas. En Francia reinaba Luis Felipe I de Francia, casado con María Amalia de Nápoles y Sicilia, tía materna de su mujer Luisa Carlota. Durante su exilio parisino, los hijos varones de los infantes fueron al prestigioso Liceo Henri IV.[9]
Volvió a España en 1842, residiendo en Madrid junto con su mujer y parte de sus hijos en un palacio de la calle de la Luna. Su mujer moriría el 29 de enero de 1844.[10]
El infante Francisco de Paula tuvo en su vida más interés en el arte que en la política. Recibió en su juventud lecciones de dibujo del pintor y miniaturista Antonio Carnicero y era pintor aficionado. Algunos de sus trabajos, entre los que se incluye un retrato de San Jerónimo ha llegado hasta nuestro días. Su afición principal era sin embargo la música. Hasta 1808, en que salió de España, recibió lecciones de música de Pedro Anselmo Marchal y clases de violín de Francesco Vaccari.[13] Ejercía de bajo cantante en representaciones palaciegas junto a músicos profesionales.[14] A lo largo de su vida reunió una colección de música, que incluye más de 700 partituras, que fue adquirida por la Biblioteca Nacional de España.[15][16]
María Cristina de Borbón (1833-1902), infanta de España, casada con el infante Sebastián Gabriel de Borbón. Tuvo cinco hijos, pero ninguno recibió el trato de infante de España.
El 19 de diciembre de 1852 se casó en secreto[1] en segundas nupcias con Teresa Arredondo (fallecida el 29 de diciembre de 1863), de quien hubo un único hijo:
↑«F/17/1020. Dossier 9 Secrétariat général. - Pièces non enregistrées.». Papiers des Comités d'Instruction publique de la Législative et de la Convention, archives de la Commission des Monuments et de la Commission temporaire des Arts, du Conseil de Conservation, des dépôts littéraires et d'objets d'art et de science, des musées et bibliothèques pendant la Révolution, de l'Institut d'Égypte, papiers Inventaire analytique (F/17/*/1F/17/*/1745, F/17/1001-F/17/1055).(en francés): 486.
↑Ferrer Benimeli, José A., Masonería española contemporánea. Vol. 1. 1800-1868, Madrid, Siglo XXI, 1987, ISBN84-323-0376-3, pp. 144-145, tiene la gran maestría del príncipe y su propia obediencia masónica por un mito intencionado, haciendo notar las enormes contradicciones cronológicas y sucesorias de quienes lo sostienen.
↑Los altos grados de la masonería. Galo Sánchez Casado. pág. 203 y ss. Ediciones Akal. Madrid 2009. ISBN 978-84-96797-20-8[1]
↑Lozano & Soto, La colección de música del infante don Francisco de Paula de Borbón, p. 20
↑Lozano & Soto, La colección de música del infante don Francisco de Paula de Borbón, p. 23
Lozano Martínez, Isabel y Soto de Lanuza, José María. La colección de música del infante don Francisco de Paula de Borbón. Biblioteca Nacional de España, 2012.