En zonas limítrofes de Argentina con Chile, se puede escuchar a los hablantes expresarse con una pronunciación y entonación similares a las del español chileno y algunas palabras de él; sin embargo, pese a las semejanzas, el uso del idioma, gran parte del léxico y las estructuras utilizadas corresponden totalmente al español rioplatense. Esta situación se registra principalmente en la región geográfica argentina de Cuyo,[17] particularmente en la ciudad de Mendoza, mientras que en la Patagonia chilena se mezclan rasgos chilenos con otros chilotes y rioplatenses.
Pese a que en el ámbito doméstico se registran simultáneamente casi todas las particularidades que se describen más adelante, en situaciones formales las diferencias con el «español estándar» son menores y suelen restringirse a la pronunciación y al léxico.
Formación del español de Chile
Antecedentes
Áreas del dominio del español que presentan seseo y yeísmo
Los argumentos que fundamentan esta teoría son tanto externos (sociodemográficos) como internos (lingüísticos):
Sobre los aspectos sociodemográficos, de acuerdo a datos aportados por Peter Boyd-Bowman, los españoles venidos a América procedían mayoritariamente de la zona sur de España, con un abrumador 60 %; respecto de las mujeres, dos de cada tres procedían específicamente de Sevilla.[19][20]
[...] el 60% de los españoles venidos a América entre 1493 y 1508 son andaluces. Aunque en la década siguiente este grupo se reduce al 37%, continúa siendo mayoritario [...]. Si a este número agregamos los extremeños y castellanos nuevos, los oriundos del sur de España suben al 80% de los pobladores blancos de América.[21]
En lo relativo a los aspectos lingüísticos, los fenómenos característicos del «español koiné» (el seseo, el yeísmo, la aspiración de /-s/ implosiva, la síncopa de /-d-/ intervocálica, la glotalización de /x/, la neutralización de la oposición de las líquidas /-l, -r/ implosivas, y la neutralización de los pronombres «vosotros/ustedes», entre otros)[22] han sido documentados en el dialecto andaluz antes del siglo XV, lo que indica que no surgieron en América en evolución paralela al andaluz —como propugnaba la tesis antiandalucista— ni son fruto del contacto con las lenguas de sustrato —como defendían los sustratistas a principios del siglo XX—, sino que fueron importados a América por hablantes del sur de España.
Desarrollo
El período inicial de convergencia hacia una variedad koiné comenzó en Chile con la llegada de los españoles y tuvo una duración aproximada de sesenta años, según estimaciones de Germán de Granda. Luego, en Hispanoamérica se inició una etapa de regionalización, marcada por la divergencia del «español koiné» hacia distintas variedades dialectales. En el caso de Chile, esta etapa implicó:
un proceso de vernacularización, que hizo que el «español koiné» se tiñera de características particulares fruto de la especial composición demográfica de la región y, más tarde,
un proceso de estandarización tardía, que hizo retroceder fenómenos poco valorados socialmente, reemplazándolos por variantes de prestigio. En el caso de Chile, la estandarización tardía explica, por ejemplo, el retroceso de la glotalización de /x/ hacia una variante velar palatalizada y la restricción de la neutralización de líquidas a zonas rurales o a variedades sociolectales bajas.[23]
El español de Chile es considerado una unidad independiente en los estudios para establecer las zonas dialectales americanas[1][3][5] y «un producto genuino e inimitable por el resto del universo lingüístico del español».[24] En 2021 el periódico español El Mundo lo describió como «el más difícil de clasificar, el más reconocible por su melodía, por sus modismos y por lo que tiene de disruptivo».[25]
Variantes
Teniendo en cuenta el vocabulario —que presenta ciertas diferencias a lo largo de su área de distribución geográfica,[6][7][8][9] y entre las distintas clases sociales y generaciones—,[10][11][12] el español de Chile se divide en cuatro zonas:[26][n 3]
nortina («[donde] existe una leve influencia del quechua»).[9]
central (donde se encuentra la capital chilena, Santiago, «principal centro de irradiación cultural»).[28]
sureña («[donde] proliferan las voces de origen mapuche, poco conocidas, o desconocidas, en la zona central»).[28]
chilota («la más relevante [...] por el carácter arcaico de su lengua»).[28]
Existen diferencias sobre todo de entonación en el nivel fónico, mientras que no hay mayor variación en el nivel morfosintáctico.[29]
Fonética y fonología
Desde la independencia de Chile, en el ámbito fonológico «se puede observar un aumento paulatino del yeísmo [...], fuera de la aspiración de la /s/ ante consonante [...], su pérdida cada vez mayor en posición final de una palabra [...], y la aparición de una variante del fonema que representamos con la letra <ch>, pronunciada más o menos como la <sh> del inglés».[28]
Fenómenos compartidos con la mayoría de las variedades del español
El seseo:[30] indistinción entre los sonidos /s/ (fricativa alveolar sorda) y /θ/ (fricativa dental sorda), representados por las grafías «s» y «ce/ci, z», respectivamente;[31] lo que produce algunos homófonos («abrasar - abrazar», «casa - caza», «cima - sima», «cocer - coser», por ejemplo). El primer sonido, [s], se pronuncia en todos los casos. Este fenómeno lingüístico se originó en el reajuste de las sibilantes ocurrido entre los siglos XVI y XVII.
El yeísmo:[32] indistinción entre los sonidos /ʎ/ (aproximante lateral palatal sonora) y /ʝ/ (fricativa palatal sonora), representados por las grafías «ll» y «y», respectivamente; [31] lo que produce algunos homófonos («baya - valla - vaya», «calló - cayó», «aya - halla - haya», «holló - oyó», por ejemplo). El primer sonido, [ʎ], aparece solo en un número muy reducido de hablantes bilingües —las lenguas autóctonas aimara, mapuche y quechua cuentan con este fonema— y entre personas de edad avanzada de la Región de Ñuble. En el resto del país se ha neutralizado la diferencia entre ambos fonemas, y la realización más frecuente es la de [ʝ]; entre las otras pronunciaciones encontradas en Chile, se cuentan [j] (aproximante palatal sonora), más frecuente en el norte del país; y [d̠͡ʒ] (africada postalveolar sonora).[33]
Fenómenos compartidos con algunas variedades
La aspiración de la «s» en posición implosiva; es decir, al final de una sílaba.[28] Por ejemplo, «estas manos» se pronuncia ['eh.tah 'mã.noh ].[3] La aspiración, evitada a veces en el habla formal, tiene un sonido como en la mitad sur de España.
La síncopa de la «d» intervocálica, sobre todo en las terminaciones «-ado, -ada», «-ido, -ida», y la elisión de la «d» al final de palabra,[29] como en la mitad sur de España y en otras de las llamadas «hablas de las tierras bajas», en el lenguaje coloquial:[3] «salado» se pronuncia [sa'la.ð̞o] o [sa'la.o] y «salada», [sa'la.ð̞a], [sa'la:] o [sa'la]; «realidad» se pronuncia [reali'ðað̞] o [reali'ða].
Pese a ser una de las «hablas de las tierras bajas», la «n» final se pronuncia /n/ (nasal alveolar), como en los Andes o el norte de España, y no /ŋ/ (nasal velar), como en otras zonas costeras de América.[cita requerida]
Fenómenos compartidos con pocas variedades
El grupo «tr-» se pronuncia como [t͡ɹ̝̥] (africada retrofleja sorda),[29] sonido que se considera inculto, pero que a principios del siglo XXI ya se registra en amplios sectores de la sociedad.[3] Lingüistas como Rodolfo Lenz postulaban que este rasgo se debía a la interferencia del mapudungun, que tiene este sonido como un fonema aparte; sin embargo, la teoría en boga, defendida por Amado Alonso en tiempos de Lenz, afirma que se trataría de un fenómeno no propio, ya que se puede encontrar también en el español paraguayo, el español del nordeste argentino y, menos estridentemente, en el español andino, español costarricense y español mexicano.[34]
La fricativización de la africada postalveolar sorda; es decir, el sonido /t̠͡ʃ/, «ch», se pronuncia [ʃ] (fricativa postalveolar sorda), «sh»,[28] como en la región meridional de Andalucía occidental, zonas ribereñas del Caribe y el noroeste de México. Ocurre en los estratos menos educados de la población y en zonas rurales de todo Chile de forma general y está fuertemente estigmatizado.[3] El sonido [ʃ] se evita incluso al decir palabras originadas en otras lenguas cuya pronunciación correcta es con dicho sonido —por ejemplo, muchos dicen «suchi» (sut̠͡ʃi) por «sushi» (suʃi), para no ser clasificados como pronunciadores de [ʃ] y evitar el estigma asociado— o al pronunciar otros idiomas, como el inglés «show» o el francés «Michelle».[35]
Otros fenómenos
La prótesis de [ɣ] (fricativa velar sonora) ante los diptongos /wa/, /we/ y /wi/,[29] por ejemplo: «huaso», ['ɣwa.so] ('guaso'), «huevo», ['ɣwe.β̞o] ('güevo'), «huincha», ['ɣwin.t͡ʃa] ('güincha').
La palatalización de las plosivas y fricativas velares sordas y sonoras; es decir, los sonidos /k/, /g/, /x/ y /ɣ/ se pronuncian [c], [ɟ], [ç] y [ʝ], respectivamente, delante de las vocales anteriores «e/i»: «queso», ['ce.so], «guitarra», [ɟi't̪a.ɹa], «jefe», ['çe.fe], «mi guitarra», [mi.ʝi't̪a.ɹa] (en este último caso, la «g» intervocálica en las sílabas «-gue» y «-gui», al pronunciarse fuertemente con el paladar, se parece mucho a la y común castellana).[38] Otras fuentes indican que es un fenómeno general debido a la distribución complementaria o coarticulación (en el español chileno, las consonantes velares suelen realizarse palatalizadas; cuando estas se combinan con las vocales palatales e/i, el resultado es una variante más adelantada de lo que se puede encontrar en otras variedades dialectales).[39]
Por ultracorrección, y para evitar el poco prestigioso sonido /ʃ/, hay quien pronuncia la africada postalveolar sorda, /t̠͡ʃ/, como una africada sorda con oclusión prolongada [tt͡ʃ].[40]
Morfología y sintaxis
Características
Como en toda Hispanoamérica, el pronombre de segunda persona plural es «ustedes», acompañado por las conjugaciones en tercera persona plural: «Ustedes saben lo que podría pasar».
Repetición innecesaria de los pronombres personalesme, te y se y los pronombresclíticoslo(s) y la(s), antes y después del verbo: me voy a irme, te las voy a dártelas, se va a caerse y lo(s) vine a buscarlo(s) / la(s) vine a buscarla(s). Este modo de hablar es considerado propio de personas con escasa educación formal.
Un rasgo común a la mayoría de las variedades actuales del español es el escaso uso de las conjugaciones en futuro simple, reemplazadas por el futuro perifrástico («ir a + verbo en infinitivo»). Así, la frase «iré al cine mañana» se reemplaza por «voy (a ir) al cine mañana». Las conjugaciones en el futuro del modo indicativo se usan para indicar una duda o conjetura: «¿será esa la micro que nos sirve?» o «ahí viene el Martín con una mochila: me pregunto si traerá lo que le encargué».
El pretérito imperfecto del modo subjuntivo se da más en textos narrativos y obras dramáticas y menos en ensayos, textos técnicos y científicos, y diarios. Aunque la variante -ra es mayoritaria en Chile, el uso de la variante -se podría relacionarse con el género discursivo, el verbo que se esté conjugando o incluso la persona y número gramatical.[41]
En el habla popular, las conjugaciones del modo imperativo de un pequeño número de verbos tienden a ser homogéneas y coincidir con la tercera persona singular de indicativo —el imperativo de «hacer» es «haz» o «hace»; el de «poner», «pon» o «pone»; y el de «salir», «sal» o «sale»—. Un caso particular, común a todos los hablantes del castellano de Chile, ocurre con el verbo «ir», cuyo imperativo es «anda» y no «ve» (el imperativo «ve» se reserva para el verbo «ver»: ve la hora). Por ejemplo: «ándate de aquí».
El queísmo es socialmente aceptado y se usa en los medios de comunicación mientras que el dequeísmo es socialmente evitado.[42]
La poca utilización del posesivo nuestro(a), que se suele reemplazar por de nosotros. Por ejemplo: «ándate a la casa de nosotros», en vez de «vete a nuestra casa».[cita requerida]
El voseo dominaba el habla culta y era generalizado en Chile hasta que Andrés Bello, nacido en la capital venezolana y rector de la Universidad de Chile (1843-1865), condenó su empleo y llevó a cabo una campaña normativa en favor del tuteo;[43][44] desde entonces, el sistema educativo chileno lo ha ignorado y ha colaborado para su progresiva extinción.[45] Sin embargo, el voseo continuó siendo norma rural o subestándar y parte del registro informal —o incluso vulgar[2] con el empleo del voseo pronominal,[46] considerado o mucho más coloquial o mucho más despectivo que el voseo verbal—; su uso verbal comenzó a recuperar terreno entre los jóvenes del centro del país en la década de 1960 y desde entonces ha seguido propagándose:[47] se ha expandido entre personas de todas las edades y clases sociales,[46] y extendido hacia el norte y el sur del país.[44]
Características
En el registro formal, el pronombre «usted» se reserva para las relaciones de mayor respeto, poder o distancia.[35] En cambio, en el registro informal, con diferencias de acuerdo al estrato social y a la zona geográfica de Chile, la forma de tratamiento para la segunda persona singular fluctúa entre «tú» y «vos» con el uso de conjugaciones verbales especiales y la correspondiente aspiración o elisión del fonema /s/:[2] aunque el pronombre «tú» se usa con las conjugaciones comunes del tuteo,[46] lo más frecuente es que, en un contexto de mayor familiaridad, se combine con el voseo verbal, es decir, con las conjugaciones del voseo chileno.[45][46] El pronombre «vos» se utiliza en un contexto o de mucha confianza o para mostrar desdén.
Las conjugaciones del voseo verbal de Chile —en que las desinencias verbales «-áis/-ais», «-íais» eliden el fonema /s/ y se vuelven «-ái/-ai»[n 4] «-íai», respectivamente; la que finaliza en «-éis» monoptonga en «-ís» y aquella que termina en «-ís» se conserva, a lo que debe añadirse la correspondiente aspiración del fonema /s/—[2] son diferentes a las del voseo más extendido en Sudamérica (Argentina, Bolivia, Colombia, Paraguay y Uruguay) y Centroamérica (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua). Además, no se restringe tan solo al presente de indicativo; de hecho, se trata de la variante en que el uso del voseo verbal está más distribuido por los distintos modos y tiempos verbales, si bien es la única donde el voseo en modo imperativo se da solo de forma marginal.[46] Las conjugaciones del voseo verbal chileno también se utilizan en el noroeste argentino y se asemejan a aquellas usadas en el sur peruano.[46][49]
En esta forma, el presente indicativo del verbo «ser» se conjuga como «soi» pues procede del voseo reverencial «vos sois», aunque también, por ultracorrección, se conjuga «erís».[50]
Flexión verbal
En la tabla siguiente, se presenta una comparación entre los diferentes modos de conjugar verbos en voseo (reverencial, chileno e internacional) y tuteo:[46]
Nota: se excluyen la forma afirmativa del modo imperativo[n 5] y los tiempos compuestos.
Forma de tratamiento
Conjugación
Modo indicativo
Modo subjuntivo
Presente
Pretérito imperfecto
Futuro
Condicional
Presente
Pretérito imperfecto
Voseo
reverencial
-ar -er -ir
cantáis coméis vivís
cantabais comíais vivíais
cantaréis comeréis viviréis
cantaríais comeríais viviríais
cantéis comáis viváis
cantarais comierais vivierais
chileno
-ar -er -ir
cantái comís vivís
cantabai comíai vivíai
cantarís† comerís† vivirís†
cantaríai comeríai viviríai
cantís comái vivái
cantarai comierai vivierai
internacional
-ar -er -ir
cantás comés vivís
cantabas comías vivías
cantarás comerás vivirás
cantarías comerías vivirías
cantés* comás* vivás*
cantaras comieras vivieras
Tuteo
-ar -er -ir
cantas comes vives
cantes comas vivas
† Raramente usadas; se prefieren las formas correspondientes del tuteo. * El rioplatense prefiere las formas correspondientes del tuteo.
Léxico
Léxico básico
El léxico básico del español de Chile, compuesto por los vocablos de mayor uso en el país, consta de 4831 vocablos, según indica el diccionario Léxico básico del español de Chile de María Natalia Castillo Fadic (2021).[51]
Al cotejar nuestros resultados con los que obtuvo Morales (1986, págs. 31-32) en Puerto Rico hace ya más de un cuarto de siglo, basándose en parámetros similares, observamos 72 coincidencias entre los cien vocablos más usados en Chile y los cien más usados en Puerto Rico. Algunas de estas divergencias se explican por lematizaciones diversas, por lo que sería precipitado suponer que dan cuenta por sí solas de diferencias dialectales o diacrónicas; más aún cuando constatamos que los cien vocablos de mayor uso en Puerto Rico que no están dentro de nuestros cien más usados, sí forman parte de nuestro léxico básico, en otros rangos. De aquí se desprende que el léxico que conforma el núcleo estadístico del español de Chile no cabe dentro de la categoría de chilenismo, entendido este desde una perspectiva diferencial.[51]
Léxico diferencial
Las palabras que se usan en Chile que no aparecen en el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española —o lo hacen con diferencias gramaticales, léxicas o semánticas—, han sido registradas por distintos diccionarios de chilenismos: Diccionario de chilenismos (1875, el primero de ellos),[52] de Zorobabel Rodríguez; Diccionario etimológico de las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas americanas (1904-1910), de Rodolfo Lenz; Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas (1901-1916), de Manuel Antonio Román; y Chilenismos: apuntes lexicográficos (1928), de José Toribio Medina, por ejemplo. El más actualizado y el que presenta mayor número de entradas es el Nuevo diccionario ejemplificado de chilenismos y de otros usos diferenciales del español de Chile (2010), de Félix Morales Pettrorino, Óscar Quiroz Mejías y Patricia Arancibia Manhey,[53] elaborado por lingüistas y fundamentado en lingüística de corpus.[54]
Palabras comunes en el lenguaje coloquial chileno
En la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española (2014), se cuentan 2214 chilenismos o términos propios del español chileno.[55] Algunas características palabras coloquiales de esta variedad son:
altiro[56] o al tiro[2][57] (también, en tono humorístico y con rima, al tirante, mi comandante):[58] «en el acto», «de inmediato».
Antártica (del adjetivo latinoantarcticus, y este a su vez del griegoανταρκτικως, antarktikōs, 'opuesto al Ártico'):[59] aunque no es una palabra coloquial, es mayoritario el uso del término etimológico Antártica por sobre Antártida para designar ese continente.
¿cachái? —expresión, más frecuentemente usada por la juventud, de la forma de la segunda persona singular del presente indicativo en forma voseante (tipo 2) del verbo «cachar» (probablemente del verbo inglésto catch[60] o de una evolución del vocablo en desuso «catar», según los estudiosos de la evolución histórica del español en Chile)—: «¿comprendes?», «¿entiendes?», «¿sabes?», «¿te das cuenta?» o «¿ves?».
de repente (locución adverbial propia del español, «súbitamente»): en Chile adopta también el significado de «a veces» y de forma coloquial, como en República Dominicana, Uruguay y Venezuela, de «posiblemente».[61]
denante (del latín deinante)[62] o denantes (de denante con la s de detrás)[63] (también endenante[s], enenantes,[64] considerado vulgar): «antes», «hace un momento».
huevón (del sustantivo vulgar «hueva», ‘testículo’):[66] término que, originalmente, era peyorativo y una palabrota usada para calificar a alguien de «flojo y torpe»,[67] pero que se ha convertido en una palabra con multiplicidad de connotaciones y significados;[35] dependiendo del contexto y la prosodia, abarca desde un insulto [a las capacidades intelectuales de alguien] hasta un sinónimo de «persona» e incluso se utiliza como muletilla.[67] Del sustantivo «hueva», también derivan: ahuevonado [usado para significar ‘estúpido, idiota, poco atento o inoportuno’ pues «huevón» ha perdido parte de su carácter despectivo], huevada, huevear, hueveo, huevicheo, huevinca, huevonaje, huevoncete, huevoncito, huevonear y hueveta.[68]
po o pos (monoptongación de la conjunción ‘pues’ pronunciada con elisión o aspiración del fonema /s/): coloquialismo usado al final de una frase como enfatizador —en el caso de este término, además de Chile, solo en el dialecto andaluz es donde se pronuncia de una manera muy similar («po'») o también de una manera más o menos abierta («pué'»), pero no se utiliza como coletilla final de la frase, sino como sustituto de 'pues'—.
ya:[2] «sí» o «bueno» (ante una invitación o sugerencia).
Préstamos léxicos
Origen
Esta variedad ha recibido aportes mayormente de tres fuentes distintas:
Los idiomas alóctonos, que dejaron algunas palabras traídas por los inmigrantes europeos no hispanos llegados desde mediados del siglo XIX, incluyendo el inglés.[71]
En la vigesimosegunda edición del Diccionario de la lengua española (2001), se cuentan 302 términos de origen mapuche que abarcan distintos campos semánticos.[72]
Algunas palabras —excluyendo aquellas que se refieren a comidas típicas, a plantas y a animalesendémicos— comúnmente usadas de origen mapuche son:
1. revolotear como mosca, 2. «moz[o] que acos[a] a las niñas casaderas galanteándolas, i que carec[e] de los medios, o [...] de la voluntad de llegar al casorio»[86]
novio;[87] nombre común dado a varios coleópteros (Astylus trifasciatus, Golofa minutus, Hylamorpha elegans, o Sulcipalpus elegans, Ligyrus villous y Oogenius virens),[87] trabajo ocasional o temporal
Mientras en mapudungun el término alude a cualquier vivienda, en castellano se usa para denotar la casa tradicional mapuche; además, se emplea en Chile para ciertas viviendas precarias
trapicarse
trapi
ají; es decir atorarse con saliva como si tuviera ají[75][76]
atorarse con saliva o con comida
Préstamos léxicos de origen quechua
La siguiente lista ilustra el gran número de palabras —excluyendo aquellas que se refieren a comidas típicas, a plantas y a animales endémicos— de uso cotidiano o rural de origen quechua sureño:
intuir,[98] presentir, entrever, sospechar; tener una corazonada; dar la impresión, parecer
Préstamos léxicos de origen no hispano
Hay expresiones de origen no hispano y algunos términos provenientes del inglés británico, que fueron arraigándose poco a poco en el vocabulario chileno con la llegada de los inmigrantes europeos no españoles y con la influencia de la televisión:[71]
Según el filólogo Rodolfo Oroz, «uno de los rasgos más sobresalientes del habla chilena [es] el pródigo uso de diminutivos[; e]ste hábito es propio de todas las clases sociales en el lenguaje corriente, pero siempre algo mayor en las mujeres y niños y en la gente del pueblo, en general, y en los campesinos en particular».[122] Los diminutivos son usados afectuosa o amablemente en el lenguaje coloquial, por ejemplo: «chiquitito, despacito, pancito, poquito, ratito, tecito» y «vinito», entre otros.[123] Aunque es poco frecuente, también se practica el «rimbombeo» de las palabras para darle más interés a una frase, por ejemplo «caracho» por ‘cara’ y «tontorrón» por ‘tonto’.
Es común el uso de nombres de animales en dichos y expresiones.[124] Por ejemplo, «andar/estar pato» (‘andar/estar sin dinero’), «darse una manito de gato» (‘arreglarse, maquillarse’), «ech[ársele] la yegua» (‘sentir un cansancio repentino y fulminante’), «estar como piojo» (‘estar drogado’), «hacer una vaca» (‘donar dinero para un fin común entre varias personas’), «pasarlo chancho» (‘pasarlo bien’), «por si las moscas» (‘por si acaso’), «ser avispado» (‘ser listo/sagaz/vivo’) y «ser pavo» (‘ser desatento/estúpido’).[125] Otras expresiones son «ser caballo» (‘ser magnífico’), «ser chancho» (‘ser sucio/desaseado/glotón’), «ser choro» (‘ser alguien notable por alguna razón’) —dependiendo del contexto, la palabra «choro» también puede significar ‘altanero’, ‘ladrón’ o ‘simpático’; también es un término vulgar para denominar la vagina—, «ser ganso» (‘ser desatento/estúpido’), «ser pollo» (‘tener poca experiencia’) y «ser un buen gallo» (‘ser un buen hombre’); «cabro, -a» (‘muchacho, -a’), «estar cabreado, -a» (‘estar harto, -a’) y «pollo» (en los sectores bajos, ‘un cobarde’).
Existen palabras y expresiones coloquiales que tienen relación con hechos de la historia del país, tales como «[andar/estar] más perdido que el teniente Bello», 'no hallar o perder el camino',[126] «clotear» (referido al dirigente sindical Clotario Blest, que era detenido por la policía en todas las manifestaciones; se acuñó el verbo «clotear» para significar 'ser detenido', hoy es usado para significar 'salir mal algo') y «mandarse un condoro», ‘cometer un error’ (relacionado al personaje de historietas Condorito y al exfutbolista Roberto Cóndor Rojas).[125]
Parte de la jerga juvenil chilena suele asemejarse al argot francés coloquial de los jóvenes o al lunfardo rioplatense; se da, sobre todo en el área metropolitana de Santiago, donde se invierten las sílabas de cada palabra (así, de las palabras metro y micro, dos medios de transporte público en Chile, se originan «trome» y «cromi»). Este tipo de modificación se utiliza en la jerga informal como imitación burlesca de la jerga hablada por los delincuentes chilenos, conocida como «coa»,[127] posiblemente derivada de, y equivalente a, el vesre, en la que se invierten las sílabas de muchas palabras («broca cochi» es «cabro chico»; es decir, 'niño').
Empleo en los medios de comunicación
Medios de comunicación escritos como El Mercurio y La Tercera utilizan prioritariamente un lenguaje sin localismos coloquiales. Sin embargo, las campañas dirigidas a un público joven tienden a usar voseo verbal y términos coloquiales, aunque sin caer en el vulgarismo.
Por el contrario, el periódicoLa Cuarta, considerado un ícono de las formas populares de expresión, que incluyen léxico de origen indígena,[70] está íntegramente escrito en lenguaje informal y familiar, dirigido a los estratos bajo y medio-bajo de la sociedad chilena y con una importante tirada. Por su parte, el semanario The Clinic, que analiza la sociedad y la política del país en forma satírica, está escrito mezclando distintos registros de habla.
↑Francisco Moreno Fernández indica que cada zona posee nombres específicos para las hablas que la conforman: zona norte (tarapaqueño y coquimbano), centro (colchagüino), sur (pencón) y sur-austral (chilote).[27]
↑En Chile nunca se pronuncia ni se escribe la «s» en las formas terminadas en «-áis/-ais», por ejemplo: «estái», «comái», «hablabai», etc. Existe la tendencia a utilizar la terminación en «-ay» para evitar la acentuación gráfica correspondiente a la terminación «-ái»; sin embargo, y pese a que la grafía con «-ay» se adapta mejor a la ortografía del español, no se recomienda para las formas diptongadas propias del voseo chileno.[48]
↑La forma negativa del modo imperativo se construye mediante «adverbio de negación + conjugaciones del presente subjuntivo» (no cantís, ni comái, nunca vivái).
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↑Bello, 1883, p. 82. [...] ² El vos de que se hace tanto uso en Chile en el diálogo familiar, es una vulgaridad que debe evitarse, i el construirlo con el singular de los verbos una corrupcion insoportable. Las formas del verbo que se han de construir con vos, son precisamente las mismas que se construyen con vosotros.
↑ abcdefgReal Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2023). «voseo». Diccionario panhispánico de dudas (2.ª edición, versión provisional). Consultado el 19 de febrero de 2011.
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